LA ANGUSTIA FUELLE DEL DESEO (Coloquio de la FEP en Madrid)



Rosa Navarro

“discurso sobre una praxis que merece el nombre de erotología”
Poco después de la lectura del seminario de la angustia, cayó en mis manos una novela de Stefan Zweig, “La impaciencia del corazón”, que me impresionó por su exquisita narración sobre lo insondable de lo humano, evocando en mí el tema de la angustia.
Antes de entrar en esta historia me gustaría decir que la angustia prueba que existe una división del sujeto, ya que es el afecto primero que resulta de esta división, a la que Lacan se refiere, de una manera más poética, al menos para mí, como “rotura íntima”. Existir como sujeto pasa por esta rotura de sí mismo, por una separación del propio cuerpo investido.
Para este afecto primero y único, puesto que no engaña, no hay significación, ni representación, ni sentido, soloel vacío de causa para nuestra existencia, el vacío de la división subjetiva, división que se pone de manifiesto cuando la angustia surge como tal.
Hablar de  la angustia es plantear la cuestión del deseo, es lo que Lacan explícita cuando dice que el drama del deseo quedaría opaco si la angustia no estuviese ahí para permitirnos revelar su sentido y desvelar su verdad. Podríamos decir también que es el afecto testimonio de la represión originaria, represión de la que resulta el deseo, para existir el sujeto reprime el deseo del Otro que le determina.


Nuestro personaje es un teniente del ejércitoy su historia se sitúa en los  inicios de la Gran Guerra. Invitado a la mansión de un magnate comete, intentando ser amable, una metedura de pata imperdonable, inclinándose ante la hija de dicho magnate le pide le conceda el honor de un baile,sin haberse percatado de sus piernas atrofiadas por una parálisis crónica. Así comenzó todo, sintiéndose febril y abochornado, y tan turbado que no sabe ni cómo llegó a casa. Más tarde la idea de reparar el daño infligido a la pobre muchacha le saca del estado mísero e insoportable en que se halla. Le mandará un ramo de bonitas flores.
Ya está, ya entró, su deseo entró ahí donde es esperado, ignora lo que busca y porque no sabe, su pasión será fagocitada, justificada y explicada por un sentimiento moral y loable, como corresponde a un caballero del ejército, la compasión. Inesperadamente conmovido, su pasión,que no compasión, será la de ser el salvador de la pobre muchachita. Gracias a él se producirá el milagro y será causa de su curación.

Las visitas a la mansión se suceden y se convierten en cotidianas, se siente feliz pues con su presencia y su charla  hace reír a la muchacha y causa su alegría, haciéndole olvidar al mismo tiempo su cuerpo encadenado. El padre de la desgraciada le manifiesta una sincera gratitud, esto hace brotar algo muy íntimo dentro de él, la embargadora relación con el anciano padre le hace sentir una ternura tan apasionada como nunca había sentido por una mujer. Es en la mirada de este Otro donde ve el reconocimiento de la imagen de sí mismo, sin poder reconocer su propio deseo.
Una agitación un tanto delirante le acompaña y es debida a la certeza de que él alumbra un hogar ensombrecido, da vida y da luz; eufórico entonces por su pasión de ayudar, y sintiéndose alado por ser algo para alguien.Cuando piensa en la pobre criatura cautiva siente interiormente una crecida dolorosa y agotadora pero también indómita y estimulante de compasión, tiembla de deseos de acariciarle con ternura.

Quiero recordar aquí que respecto al fantasma del neurótico, Lacan afirma que dicho fantasma, del cual se sirve, le sirve para recubrir la angustia y defenderse mejor de ella, el objeto a que él se hace ser en su fantasma le defiende de su angustia justamente porque es un a postizoy un cebo con el que atrapar al Otro.Subrayo neurótico para marcar la diferencia con el perverso.

Y así llega a dar una promesa de posible curación, ya que el médico habló de una nueva cura al parecer eficaz. Sobre este fondo sucede lo imprevisible, ella abalanzándose sobre élle agarra la cara y le besa, un beso fogoso y sediento, y atrayéndole le mantiene apretado contra ella, con besos y abrazos cada vez más ardientes y apasionados.
Sale de esta escena tambaleándose, con vértigo y con un espanto indescriptible. ¡Cómo una criatura incompleta e impotente se atrevía a amar y desear! Aturdido por esa explosión, torturado por la idea de ser amado en contra de su voluntad, sin poder hacer nada contra esa pasión abrumadora de la muchacha, está indefenso y desvalido, anulado. Se ve perseguido y acorralado, botín y objetivo de un deseo ajeno no deseado.
Oigamos su propio relato: “Una extraña te quiere, te exige, te pretende… Quiere tus manos, tu pelo, tus labios, tu cuerpo, tus noches y tus días, tus sentimientos, tu sexo y todos tus pensamientos y sueños. Quiere quitártelo todo y absorberte… Es inútil que trates de huir pues ya no estás en ti sino en ella”.

Recordemos quela angustia es el afecto del choque del encuentro con el deseo del Otro, su manifestación específica pero estambién manifestación de la resistencia de la subjetividad a dicho deseo. El deseo del Otro es angustiante pues me cuestiona e interroga en la raíz misma de mi propio deseo. Y si el Otro interesa a mi deseo es en la medida de lo que le falta, a mi deseo, y que no sé. Es en el lugar del Otro donde la imagen de uno mismo se caracteriza por una ausencia que orienta el deseo. Este lugar situado en el Otro representa pues la ausencia donde somos, como explicita la última frase de nuestro teniente: “ya no estás en ti sino en ella”.

     Volvamos con nuestro personaje, absorbido, devorado y decapitado por la mantis. Huir, desaparecer, pero dónde. Todavía hará un intento para vestir la crueldad de su rechazo y minimizar las terribles y mortíferas consecuencias que imagina, el suicidio de ella. A petición del padre, para quien solo él puede salvar a su hija, se prometerá en matrimonio con ella ante un padre conmovido y lleno de gratitud para con él.
Y así en vez de angustia sobreviene la exaltación:“Anoche fui como Dios. Había creado el mundo lleno de bondad y de justicia…Había hecho la luz en la habitación y en el corazón de los hombres… y yo vi con orgullo que los hombres amaban la luz que emanaba de mí y acepté su amor” “Aquella noche fui Dios… me senté en medio de mis criaturas y divisé rostros borrosos… A mi izquierda se encontraba un anciano; la gran luz de la bondad que emanaba de mí…ahuyentó las sombras que oscurecían sus ojos…, agradecido a sabiendas del milagro que había obrado en él. Tenía a mi lado a una muchacha que había estado enferma, encadenada… Pero ahora la rodeaba el brillante nimbo de la curación. Con el aliento de mis labios la había salvado… Todos llevaban mi luz en los ojos, yo era el brillo de su mirada… yo era el sentido de sus palabras… Porque yo y solo yo era el principio, el centro y el origen de su felicidad… Y gocé de su felicidad”

Poderoso es el deseo y gigantesco el fuelle de la angustia que procura el viento necesario para hacer navegar, para reencontrarse alucinatoriamente, pues la ausencia de representación de la división originaria implica la realización alucinatoria del deseo, y nos hace hablar que es también una tentativa de reencontrase.

Este singular estado maníaco en el que ha entrado nuestro teniente dura hasta que una caída se produce.Es lo que ocurre en el ciclo manía-melancolía, la angustia mueve estos afectos, la hiperactividad y excitación de unir lo dividido, y la depresión por la caída de lo que se creyó haber alcanzado.

La pobre muchacha tullida enajenada por la felicidad del compromiso, mirándole ardientemente se lanza a su encuentro libre de cualquier apoyo y sin muletas. Se produceentoncesuna caída, real y terrible, el cuerpo de ella cae ruidosamente al suelo, como un cuerpo roto a sus pies. Y él huye, mientras un ruido le martillea los oídos, es el sonido odioso del toc-tocde las muletas.
Cuando el fantasma se rasga eclosiona la angustia que se manifiesta como tal. En su fantasma él es lo que le falta al otro, sus piernas capaces de andar y de bailar, lo que anima, lo que da vida, él es la causa de su deseo de vivir y de curarse.
Lo real de la caída es lo irreductible, opaco al significante, que cuando interviene reenvía al sujeto a la huella suprimiéndolo, por eso es traumático. Lo que se inscribe son las sensaciones percibidas en el momento del trauma, como ese ruido penetrante de las muletas para siempre unido a la caída y a la rotura de un cuerpo.

Al final marcha a la guerra que acaba de estallar con el asesinato del heredero al trono, no sin haber recibido noticia del suicidio de la muchacha, por caída al vacío desde la hermosa terraza en la que tanto la hizo reír iluminando tantos ratos felices. La guerra es una escapatoria y un refugio, las horas terribles en el campo de batalla no serán el horror vivido previamente. No temió ni la muerte ni la posibilidad de quedar mutilado o inválido.
Pienso en lo que Lacan dice respecto al duelo en el seminario de la angustia, de que estamos en duelo de alguien del que no sabíamos que cumplíamos la función de estar en el lugar de su falta, y que justamente por el carácter de desconocimiento respecto a la falta se produce una inversión que se traduce en que nosotros le hemos faltado, siendo esto mismo lo que nos hace valiosos e indispensables.Se trata de que él haga el duelo de encontrar en ella su propia falta.

Las huidas de escena de nuestro personaje son pasajes al acto, momentos de máximo embarazo y de gran emoción, cuando ya no puede más e intenta irse, salir. En la primera huida el embarazo es ante la posible reprobación del padre quien había tenido la deferencia de invitarlo, es intentando quedar bien con el magnate que cometió la imperdonable torpeza, huyendo con la idea fija de no encontrase con él; el desorden emocional es por no haber podido afrontar la reacción de la pobre niña, como tampoco puede afrontar el intento real de la joven paralítica de hacer realidad el milagro de poder andar, ante su caía es incapaz de recogerla y sale huyendo.
Y también es visible si podemos llamarlo así su acting-out, toda su actuación a la vista, sus frecuentes y cotidianas visitas, su entrega servicial, la buena y felizrelación emprendida con la familia, pone a la vista y en escena alguna cosa que justamente no es, eso que desde las buenas maneras y la compasión lleva a otra cosa que emerge e irrumpe con pasión.

Voy a terminar con unas palabras de Lacan, la angustia es la causa de la duda, dicho de otra manera, la duda está para combatir la angustia, se trata de evitar lo que en la angustia es horrorosa certeza. Por eso actuar es arrancar a la angustia su certeza.

Rosa Navarro    12 febrero de 2015

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