La Catrina y el enigma de la muerte
Cristina Jarque
La Catrina es una figura que dialoga con la muerte sin miedo, que la embellece y la humaniza. En su rostro pintado se mezclan la ironía, la melancolía y la dignidad. Celebra la vida en el mismo gesto con que abraza la muerte, recordando que morir no es desaparecer, sino transformarse. Su imagen ha cruzado fronteras y hoy se reconoce en todo el mundo como emblema del México profundo. La Catrina es el equilibrio entre Eros y Tánatos. En su mirada vacía hay una sabiduría antigua (la aceptación de la mortalidad) y, a la vez, una rebelión contra el olvido. Vestirse de Catrina no es disfrazarse de muerte, sino reconciliarse con ella. Es afirmar que la belleza puede brotar incluso del esqueleto, que la vida y la muerte son hermanas inseparables. En su texto Nuestra actitud hacia la muerte (1915), Freud escribió: “Si quieres soportar la vida, prepárate para la muerte.” Quizá por eso la Catrina conmueve tanto en cualquier lugar del mundo: porque detrás de su sonrisa de calavera late el misterio más humano de todos: el deseo de comprender el enigma de la muerte.
