INTRODUCCIÓN DE GERARD
POMMIER DEL COLOQUIO DE LA FEP EN ARANJUEZ 2016
ESCRITURA, POESÍA Y PSICOANÁLISIS
Coordinación del Coloquio: Equipo Lapsus de Toledo - España
Coordinadora General del Coloquio: Cristina
Jarque
La
literatura y la poesía no suelen ser el tema principal de nuestros coloquios, a
pesar de que la gesta poética está en el espíritu mismo de nuestra práctica,
cuando ésta se eleva a la dignidad de un arte. No se trata simplemente de
dejarse enseñar por los poetas académicos, cuyas obras leemos en la escuela y
están en las librerías. Hay que
considerar lo que hay de originario en la poesía, pues allí encuentra su base el nacimiento de la palabra. En la
palabra ordinaria puede oírse ese eco lejano en medio del discurso razonable,
si escuchamos con atención. En ella se oye el ritmo del decir de los
analizantes. Se podría decir de quien sabe escuchar las rimas, es decir las
repeticiones y las desarmonías sintomáticas de las frases, que merece ser
llamado “analista”. Pues él deja que le llegue el eco lejano de la infancia,
cuya propia poesía quedó oculta en la edad de la razón.[1]
Apenas puede reconocerse en la poesía publicada en los libros, donde pierde su
música y su presencia. La poesía de librería suena como una canción que se ha
salvado – aquél a quien se llama “poeta” en las escuelas es un superviviente:
una especie de dinosaurio de la infancia[2]
. Ha continuado rimando como ha podido contra toda razón: en medio de las
ciudades, en el metro, en las calles que atraviesa… más bien fuera de las
líneas de cebra. Con frecuencia su inspiración ha perdido su aliento cuando ha
sido almacenada en los casilleros del arte (habría que decir más bien
“asesinada”). En medio del fárrago decorativo y de las modas, a veces sucede
que la poesía superviviente conserva el aliento de su primera inspiración, la
que realizó profundamente para no expirar. Pues la poesía fue en primer lugar
una tabla de salvación en las primeras horas de la vida.[3]