Celebración del 17 aniversario de LaTE. Hoy tenemos nuestra reunión de estudios alrededor de la clase "De la sublimación al acto sexual" y también tenemos el debut de los nuevos personajes de los Monólogos Femeninos. Esta noche cerramos el estudio del seminario "La lógica del fantasma" abrimos el camino a nuevos proyectos, compartiendo siempre pensamiento, pasión y deseo por el psicoanálisis. Hoy nos reunimos para brindar por todo el camino recorrido, para celebrar todo lo que hemos construido y para dar la bienvenida, con gran entusiasmo, a todo lo que late por venir.
LaTE. Es hoy (11/06- 20H).
17 aniversario de LaTE.
Cristina Jarque
Hoy tenemos el placer de reunirnos en España, para celebrar el 17 aniversario de Lapsus de Toledo. No se me ocurre mejor manera de celebrarlo, que hablar sobre la clase del 22 de febrero de 1967 "De la sublimación al acto sexual" del seminario 14: “La lógica del fantasma”. En esta clase, Lacan nos lleva de la mano hacia el borde del fantasma, allí donde la repetición se topa con un límite, y ese límite no es otro que el cuerpo real. El cuerpo que goza, que sangra, que se escapa del sentido. Ese cuerpo que en el acto sexual se juega más allá de la palabra, que no se deja simbolizar del todo.
Lacan distingue aquí entre la sublimación y el acto sexual. La primera implica una elevación del objeto a la dignidad de la Cosa (das Ding), permitiendo una circulación del deseo sin que el sujeto quede atrapado. El segundo, el acto sexual, es fallido por estructura. Lo dice con todas sus letras: "no hay relación sexual", porque no hay inscripción simbólica que permita decir qué es un hombre para una mujer o una mujer para un hombre sin que esa palabra falle.
El sujeto, cuando no puede sostener su deseo en el marco simbólico, cuando el Otro cae, se desliza hacia el acting out o el pasaje al acto. Y es allí donde Lacan introduce el término freudiano que tanto escándalo causa por su enigmático peso: "zielgehemmt", ese estado del alma que se encuentra como “inhibida en su fin”, sofocada, empantanada, suspendida como en un limbo. Tomando como referencia el libro “Fratricidio” podemos decir que “zielgehemmt” es ese instante congelado donde el alma no puede danzar. Es el momento donde la pulsión se coagula, donde el deseo se muerde la lengua y el cuerpo se convierte en escenario del grito silenciado. Es el "alma frenada", como si el corazón psíquico se hubiera quedado sin latido.
En esta clase, Lacan va a recordar algunos conceptos como son: repetición, sublimación, pasaje al acto, acting out y también hablará del incesto. Veamos algunas características de estos conceptos:
1) Repetición.
Es el retorno de lo mismo bajo diferentes formas, como un eco del trauma que insiste. Pero esta repetición no es consciente ni elegida. Es la del tiempo lógico del inconsciente. Podemos pensar que es la historia que no puede narrarse y que se repite con el cuerpo, con el síntoma, con el encuentro fallido.
2) Sublimación.
Aquí, el deseo encuentra una vía poética, una salida simbólica. Es la posibilidad de transfigurar el objeto perdido, elevándolo. Escribir, crear, amar sin devorar. Una forma de no caer, de no destruir ni destruirse. El arte, la música, la palabra, pueden servir de soporte a este movimiento. En la sublimación, el sujeto no borra al Otro, sino que lo incluye en la creación.
3) Acting out.
Es un mensaje lanzado al Otro, un llamado al testigo. Es aún simbólico, aunque ya en el borde. El sujeto actúa un drama del cual no es del todo consciente. Es, por ejemplo, el adolescente que se corta para que alguien lo vea. Podemos pensarlo como el cuerpo que llora lo que la boca no puede decir.
4) Pasaje al acto:
Aquí ya no hay testigo. Se trata de una salida radical del escenario simbólico. El sujeto se borra. Es la caída en lo real. El loco que mata, el incestuoso que cruza el límite de lo imposible, el suicida que se arroja desde la ventana. No es un mensaje: es una expulsión. Se podría decir que es cuando el alma ya no soporta su herida y decide arrancarla violentamente del cuerpo.
5) El incesto y el pasaje al acto.
Lacan sugiere que cuando el sujeto no puede sostener el lugar de la falta, esa falta que estructura el deseo, puede deslizarse hacia lo impensable: el pasaje al acto incestuoso. Es decir, cuando el significante fálico ha sido forcluido, cuando no hay ley que funcione como dique, el sujeto puede identificarse con el objeto a, aquello que se goza directamente. Y entonces se precipita al cuerpo del Otro, ya no como ser deseante, sino como objeto de goce.
Tomando como referencia la novela “Fratricidio” podemos hablar aquí de la madre devoradora y del hijo que no ha podido separarse del vientre simbólico. Cuando la función del padre ha sido anulada, cuando la Ley no se encarna, el sujeto puede precipitarse en el cuerpo materno con un gesto que no es deseo, sino aniquilación del deseo. El incesto no es erotismo: es el horror del goce sin límites, el acto de quien no soporta el vacío y se lanza a llenarlo con lo imposible.
Imaginemos a un joven de veintitrés años que irrumpe en consulta tras haber sido sorprendido acostado con su hermanastra de catorce. La madre, devastada, clama que "siempre fueron muy cercanos". Él dice que “ella se dejó”. No entiende el porqué del escándalo.
Pero el analista escucha: escucha ese deseo de fundirse con lo materno, con lo prohibido, con la carne del Otro. El joven repite una escena antigua: la madre desnuda tras la ducha, él espiándola desde los cinco años. Ninguna intervención, ninguna palabra. El padre está ausente y la ley está forcluida.
Ese joven no repite el goce: pasa al acto. Se lanza sobre el cuerpo como sobre el único lugar donde cree que puede existir. No es deseo, es forclusión del deseo. Lo que se juega allí es el fracaso de la función del padre, el fracaso de la palabra, el fracaso del amor.
En la novela “Fratricidio” podemos ver que "… cuando el niño no ha sido expulsado del Edipo, cuando ha sido el amado exclusivo, se convierte en el que muere por amor. Pero no por amor al Otro, sino por amor a sí mismo como objeto del deseo materno. Y allí, se precipita en el acto incestuoso como quien se lanza a un abismo sin sin fondo".
Cuando no hay ley, ocurre lo que vemos con este pasaje al acto que hemos mencionado, es decir, cuando la función del padre falla, el sujeto repite una escena infantil de voyeurismo materno. La madre calló, el padre brilló por su ausencia.
El acto incestuoso no es erótico: es el retorno violento de un goce que nunca fue simbolizado. Es el cuerpo como respuesta muda a un deseo sin palabra.
La salida posible: la palabra, la creación, la transferencia, la sublimación. Allí donde el alma puede volver a respirar.