CATORCE PERSONAJES (a día de hoy)
Monólogos Femeninos (Las voces de la violencia)
Cristina Jarque es Fang Yong: El caso Asunta
Reflexiones y fragmento del monólogo escrito por Cristina Jarque
El caso de Asunta Basterra conmocionó a España en 2013. Asunta, una niña de origen chino fue adoptada por padres españoles y hallada muerta el 21 de septiembre de 2013 en Galicia. Las investigaciones revelaron que había sido asfixiada (por sus padres) y previamente sedada con benzodiazepinas. El asesinato de esta niña, cuyo verdadero nombre era Fang-Yong plantea numerosas reflexiones desde una perspectiva psicoanalítica. En este trágico caso, se puede explorar la dinámica intrafamiliar y las posibles patologías subyacentes en la relación entre los padres y su hija adoptiva. El acto de asesinar estremece, más aún si la víctima es una hija. Esto nos lleva a plantear numerosas preguntas. ¿Cuál ha sido el motivo? Los motivos pueden incluir proyecciones de conflictos internos no resueltos, sentimientos de posesión extrema, o la incapacidad de los padres para integrar la identidad del niño adoptado dentro de su estructura familiar y psíquica. El uso de sedantes sugiere un intento de control absoluto sobre Asunta, eliminando su autonomía y transformándola en un objeto pasivo. La asfixia posterior podría simbolizar un deseo inconsciente de silenciar la voz y la existencia de la niña, percibida como una amenaza o un obstáculo para las necesidades narcisistas de los padres. Además, el hecho de que ambos padres estuvieran implicados indica una posible colusión patológica, donde las dinámicas de pareja se distorsionan hasta el punto de la destructividad compartida. Este caso refleja cómo los traumas y conflictos no resueltos pueden proyectarse sobre los hijos, convirtiéndolos en víctimas de las perturbaciones internas de los padres. Análisis más profundos podrían explorar la historia personal de los padres, su capacidad de empatía, y sus propios traumas infantiles no resueltos. Fragmento del monólogo:"Papá, mamá, ¿acaso no están los padres allí para proteger a sus hijas? ¿Con qué fin se adopta a una hija si no es con el fin de darle una vida mejor? ¿Amor, cuidados, protección, educación...? Si pudiera hablar con ustedes una vez más desde este lugar silencioso y eterno en el que me encuentro, quisiera preguntarles por qué. ¿Por qué apagaron mi vida, mis sueños, mis risas? ¿Por qué el amor que alguna vez me prometieron se convirtió en sombras y dolor? ¿No se suponía que debía ser su hija, protegida y querida por ustedes? Recuerdo las noches en las que me acurrucaba junto a madre, mientras padre miraba la tele, yo pensaba que nada malo podría pasarme porque ¡estaba con mis padres adoptivos! Daba gracias a la vida porque habían venido a recogerme a China unas personas que querían adoptarme como hija, ya que mis padres biológicos me habían abandonado. ¡Qué suerte la mía! pensaba en aquel entonces. ¡Jamás imaginé que mi vida iba a dar un giro tan terrorífico y siniestro! ¡Que iba a sentir el horroroso frío de la traición! El peso del rechazo, el horror de comprender que ustedes, mis propios padres, se iban a convertir en mis verdugos. Me pregunto si alguna vez se detuvieron a pensar cómo iban a hacerlo, a quién de los dos se le ocurrió drogarme con aquellas pastillas para después asfixiarme. Me pregunto si sentían algún atisbo de culpa cuando hablaban y conspiraban entre los dos la manera en la que iban a asesinarme, mientras me llevaban de la mano al cole. ¡Asesinarme a mí! ¡A la hija de doce años de edad que habían adoptado! ¿Pensaron alguna vez en los momentos que ya no viviré, en los abrazos que ya no podré dar? ¿Pensaron alguna vez que estaban apagando la vida de una niña pequeña que aún lo tenía todo por vivir? ¿Quién les dio el derecho a segar mi vida? ¿Acaso se darán cuenta de que no solo destruyeron mi vida, sino también la suya? ¿No se dan cuenta que el amor que me negaron nunca podrá llenar el hueco de su pecado? ¿No se dan cuenta que el inconsciente pasa factura? Quisiera que sintieran mi presencia en cada rincón de nuestra casa, que mi risa perdida los persiguiera en sus sueños, recordándoles la niña que fui, llena de esperanza y amor. La niña a la que ustedes dos traicionaron. Me revuelvo pensando: ¿qué fue lo que pasó? ¿Acaso lo que pasó es que me convertí en algo incómodo? No puedo imaginar mayor crueldad que la de asesinar lo que nos estorba. ¿Acaso no se les ocurrió otra forma? ¡Hay mil maneras de solucionar algo sin necesidad de recurrir al asesinato! Papá, mamá, no creo que yo pueda lograr entenderlo y creo que lo único que siento son deseos fuertes de justicia, que van de la mano de la venganza. ¿Se me hará justicia algún día? Mientras tanto, yo quiero alzar la voz, una voz silenciada pero nunca olvidada, esperando que otras muchas niñas, niñas que vivan lo que me tocó vivir a mí, niñas maltratadas por sus padres, rechazadas por sus familias, logren escuchar lo que me ocurrió a mí, para que no les ocurra a ellas. ¡Que puedan verlo y saberlo para prevenirlo! Que mi voz sea escuchada para que el amor y la justicia prevalezcan sobre el odio, el asesinato y la traición". Cristina Jarque es Fang-Yong (Asunta).