Ponencia de Cristina Jarque en las Jornadas del Ateneo de Madrid del 8 de mayo de 2011 - "El fin del capitalismo"

LA ANOREXIA COMO UN SÍNTOMA DEL FIN DEL CAPITALISMO.
Por Cristina Jarque.
La anorexia y la toxicomanía son conocidos en nuestros días como los síntomas de la modernidad. Con este trabajo tengo el deseo de posibilitar las reflexiones y el análisis profundo en torno a estos síntomas llamados contemporáneos. Nuestras reflexiones se centrarán alrededor de la clínica psicoanalítica, quehacer que nos ilumina al permitirnos observar el lazo existente entre ambos síntomas: por un lado está el sujeto toxicómano que tiene un empuje (que nosotros llamamos pulsión), al consumo de la sustancia, y por el otro lado, está el sujeto anoréxico cuya relación con el objeto está marcada por una situación compleja que lo lleva a consumirse a sí mismo.
El discurso capitalista trae como consecuencia lo que podemos expresar como un reciclaje del goce, es decir que el sujeto tiene la idea de que podría existir la posibilidad de evitar pérdidas, en otras palabras: que sería posible la realización del deseo sin pagar un precio por éste.
Lo que los psicoanalistas franceses intentan transmitir con la idea del deseo de quedarse con todo y que lo expresan con la conocida frase: "avoir la beurre et l'argent du beurre", es decir: tener la mantequilla y el dinero de la mantequilla. La clínica psicoanalítica nos confronta al hecho ineludible de que es necesario pagar un precio por el deseo. Esa entrada en el intercambio es vital para que el sujeto logre avanzar en la lógica de lo que llamamos la cura en el tratamiento psicoanalítico.
Quienes nos dedicamos a este quehacer sabemos lo complicado que resulta para el analizante entrar en la perspectiva de aceptar esa negociación que trae como consecuencia la posibilidad de aceptar una existencia marcada por un goce fálico que da paso a la facultad de cambiar de posición en relación al sufrimiento que caracteriza la historia del sujeto en cuestión. El sufrimiento del sujeto está marcado por una imposibilidad de entrar en el intercambio y el empuje hacia un goce indomeñado (indomable) que está más allá del principio del placer y que conduce a un exceso que en muchas ocasiones trae como consecuencia la depresión, la angustia y la desesperación. El mercado en el discurso capitalista es el nuevo significante amo que se dirige al sujeto con un imperativo que nos marca a todos los sujetos que somos el resultado de las sociedades actuales del mundo moderno y ese imperativo podemos expresarlo con la palabra: "consume".
¿Qué es lo que intenta el discurso capitalista, el mercado global?
Lo que intenta es obturar la falta. El imperativo del mercado en el discurso capitalista se dirige directamente al tema del goce, pretendiendo unificar el goce. La manera de unificar el goce es intentando reducir las diferencias subjetivas. Con esta reflexión, lo que quiero decir es que la sociedad que llamamos sociedad de consumo, es una sociedad que tiende a homogeneizar la psique de los individuos, intentando hacer creer a los sujetos que todos estamos metidos en el mismo costal, es decir, que todas las personas tienen las mismas posturas ante el goce y la misma manera de gozar. Con estos pensamientos, poco a poco se intentan anular las diferencias entre los sujetos, esas particularidades de cada quien que nos hace ser y sentir de una manera propia porque las marcas de cada sujeto son personales y eso es lo que la clínica psicoanalítica constata día a día en las sesiones de los sujetos. Que no es posible unificar el goce porque cada analizante está sujeto a las marcas del mundo inconsciente y que esas marcas son propias de cada quien.
Para ejemplificar estas reflexiones, tomaré el caso de una mujer que vino a mi consulta hace 4 años. La que llamó fue la madre, diciéndome que estaba muy angustiada porque su hija a quien llamaré Nieves, se negaba a comer. "No quiere comer nada" se queja la madre con gran desesperación. La madre dice que teme que su hija tenga esa terrible enfermedad de la que tanto se habla hoy en día, la anorexia. Yo le digo que es muy importante que la hija quiera venir al tratamiento, que es la hija y no la madre la que necesita querer venir. La madre comprende la importancia de que el deseo parta de su hija, pero no sabe cómo lograrlo. En aquel tiempo yo impartí una conferencia sobre "Frida Kahlo: el dolor de existir", y la madre acudió a escucharla junto con la hija. Parece que algo de lo que se habló en esa conferencia permitió que la chica decidiera venir a verme. En el transcurso de las primeras sesiones Nieves se mostraba bastante apática y constantemente me reprochaba que lo que yo quería como todos los que la rodeaban era hacerla tragar. Empezamos a hablar sobre lo que significaba para ella ese acto, el de que alguien la haga tragar. Empezó a asociar escenas que recordaba de su infancia donde la madre la alimentaba. Dice recordar que la madre la perseguía con la cuchara en la mano para hacerla tragar la comida. Tenía que nutrirse decía la madre porque si no se nutría iba a enfermar, a desaparecer, a quedarse en los huesos y a morir. Este material permitió que la chica vinculara el dolor de existir de Frida Kahlo (que había escuchado en aquella conferencia), con su propio dolor de existir. Dijo que la relación madre-hija en la historia de la pintora mexicana era muy similar a la relación que ella tenía con su propia madre, literalmente mencionó que era una relación enferma, llena de daños. En un primer momento Nieves deja claro que la necesidad que siente de estar delgada tiene que ver con la aceptación entre su grupo de amistades (tanto mujeres como hombres) dentro de su ámbito escolar. Mientras más delgada eres, dice Nieves, más te admiran las chicas y más te desean los chicos. Allí es donde podemos notar la influencia del discurso capitalista con toda la publicidad que se despliega en torno al cuerpo ideal (siempre delgado). El consumo de pastillas que adelgazan, que te dejan el vientre plano, que te quitan la grasa y toda la parafernalia con ese mandato de ¡Consume! del que hablábamos. Consume esas pastillas, consume esas sustancias para poder ser una mujer perfecta, para alcanzar la belleza ideal y el status de objeto de deseo a la mirada de ese otro que se supone que lo que desea y lo que espera de una mujer es un cuerpo esbelto. Pero después de ir articulando esta parte que llamaré la parte superficial del verdadero problema, Nieves empieza a ponerse en contacto con una serie de escenas y recuerdos que le hacen ir analizando su síntoma de anorexia desde una perspectiva muy diferente a la de la identificación con el ideal establecido por el discurso de la sociedad. Llega un momento clave en el que la chica logra comunicarme que el padre tuvo una aventura amorosa fuera del matrimonio. Dice que ella recuerda una escena cuando tenía 14 años: la familia estaba cenando, la madre se había servido una cantidad abundante de comida, la madre es una mujer gorda, pero en aquel entonces era obesa y comía con mucha avidez. Nieves recuerda la mirada del padre, dice que es una mirada de desprecio. La madre nota la mirada y sin poder controlarse, arroja el plato de comida que se estrella contra la pared. Nieves mira la comida resbalar por la pared mientras escucha los gritos de la madre enfurecida con el marido. La madre dice que está cansada de sentirse observada mientras come, el padre dice que se traga la comida como una cerda asquerosa, la madre le echa en cara la aventura con la otra mujer, haciendo alusión a la delgadez del cuerpo de la otra como causa de la infidelidad del padre de Nieves. El recuerdo de esta escena marca una diferencia en el análisis de la chica que ante la interpretación de la analista logra establecer la particularidad de su síntoma: Nieves tiene una relación conflictiva con la madre, si ser mujer es ser como la madre, ella no quiere ser mujer, no quiere identificarse a la feminidad a partir de la madre. La madre es obesa, la madre come todo, se lo traga todo, lo devora todo. Nieves se rehúsa a comer, ella quiere ser como la mujer que ocupa el lugar de objeto de deseo del padre. Ante la pregunta de quién es la mujer objeto de deseo del padre, Nieves responde sin vacilar: la que come nada. Interesante respuesta que nos da la paciente, las mismas que utiliza Lacan cuando habla de la anorexia mental. Lacan dice que la anorexia mental apunta al objeto y que no es un deseo de nada, que sería la apatía o la afanisis, sino que es la nada como deseo, por ello la frase se articula como el deseo de comer nada. Nieves tiene una pregunta sobre el deseo, quiere saber sobre el deseo del Otro. Cuando la madre le pide que se nutra, ante esta demanda de la madre de dejarse nutrir, ella responde con una negativa, pero no sabe por qué se niega. El tratamiento psicoanalítico le va a permitir darse cuenta de lo que está en juego en su historia. Un sueño arroja luz permitiéndole interpretar el material inconsciente: Nieves dice que en el sueño hay una mujer gorda que está llorando mientras mira una pareja enamorada, después hay otra escena donde el hombre llora la muerte de la mujer amada, y Nieves agrega que la mujer amada es la flaca. Cuando la analista pregunta qué mensaje trae el sueño, la analizante dice que la mujer obesa es la madre que está llorando porque el padre la ha dejado por una mujer flaca, pero que si esa mujer flaca sigue adelgazando, llegará un momento en el que morirá y entonces el hombre no podrá tener ni a la gorda ni a la flaca. A partir de ese sueño algo cambia en el síntoma de Nieves. La chica empieza a comer, aunque me especifica que va a elegir meticulosamente la comida que sea buena para ella, que no comerá cualquier cosa, ni mucho menos lo que le exija comer la madre. Que sólo va a comer aquello que ella decida comer. A partir de ese momento, hay algo que Nieves logra simbolizar y que le permite poner un límite al mandato superyoico que la tenía instalada en la pulsión autodestructiva de consumirse a sí misma. Nieves hace frente a su síntoma y empieza a coger una postura diferente ante la comida.
Ahora ya no habla más de la anorexia, su análisis ha cogido un rumbo diferente: ahora lo que Nieves quiere saber es otra cosa: quiere saber sobre el deseo del hombre, sobre la sexualidad femenina, sobre su ser mujer. Nieves empieza a hablar de temas que nunca antes había hablado y que estaban escondidos. En un momento posterior del tratamiento la analizante llega a decir que en su caso, la anorexia fue la manera que ella encontró para que la madre dejara de querer controlarla porque, según Nieves, el psicoanálisis ha posibilitado que la madre entienda que aunque Nieves es su hija y es mujer, eso no la condena a tener que pensar, actuar, sentir y comer de la misma manera que la madre.
Este caso nos permite corroborar que aunque el discurso capitalista pueda influenciar al sujeto de la modernidad, el discurso psicoanalítico está allí para poder construir la voz del deseo propio de cada quien. La clínica psicoanalítica da muestras constantemente de las diferentes maneras que encuentra el sujeto para hacerse escuchar a través de su síntoma.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me ha parecido muy interesante.