ACERCA DEL DESEO DEL ANALISTA Y EL DESEO-DE-ANALISTA (Mesa Redonda de Lapsus de Toledo en Madrid)



Marcelo Edwards
Conviene distinguir de entrada el deseo del analista, es decir, el deseo que lleva a un candidato a querer “ser”psicoanalista,deseo que habrá que analizar, y el deseo-de-analista como función operante en una cura, en tanto que es a partir de él que se articula la transferencia de los analizantes. Son bien conocidos los fantasmas de salvación o curación, entre otros, que tanto agitan a los futuros analistas, y que no son más que el reverso de deseos parricidas o incestuosos. De hecho, no hay deseos puros. El deseo-de-analista, es el eje que llevó a Lacan a proponer hace 48 años el pase como dispositivo externo al análisis, para poner un poco de luz respecto de los finales de análisis de los candidatos, es decir de lo que se denominaba el didáctico.
Lacan señaló en varias ocasiones que el pasaje de analizante a analista, de la transferencia analítica a la praxis y a la transferencia de trabajo con otros analistas, es un pasaje al acto que vela lo que la cura ha revelado. Al ubicarse en un lugar en el que le puede ser atribuido el sujeto supuesto saber, es decir, una idealización, el sujeto vela, la falta en ser que el proceso le ha permitido captar. Esperaba de dicho dispositivo que diera respuesta respecto de qué es lo que lleva a un analizante a desear ocupar el lugar del analista, respecto de otros nuevos analizantes, siendo que ellos mismos habrían podido captar en su propia cura, en qué acaba eso:  la destitución del sujeto supuesto saber atribuído al analista, y el des-ser del lado del analizante. A contrario de algunas propuestas que circulaban en la IPA respecto del final de la cura, como efecto de la identificación del candidato con el Ideal del Yo, el Super-Yo o el Yo ideal del analista, supuestamente “sanos”, Lacan sostuvo que ese no podía ser el final del análisis, sino que éste implica la caída del sujeto supuesto saber. El Otro está barrado, y por ende cualquier idealización transferida al analista ha de caducar para que el sujeto pueda acceder al objeto que causa su deseo, y de esta forma decidir si “quiere lo que desea”…siendo que por definición, el deseo es el deseo del Otro.
Hay que decir, que ya en su época había muchos analistas en la IPA que estaban de acuerdo con que el analizante tenía que hacer el duelo de sus objetos internos idealizados, es decir de las imagos parentales, y por ende de lo que de ellas hubiesen transferido al analista. También había muchos que cuestionaban la incidencia alienante de la institución en el didáctico.  

Lo que Lacan pretendió aportar de nuevo fue la creación de este dispositivo, que formando parte de la Escuela, era en realidad, algo que ponía en tela de juicio la psicología de las masas que caracteriza a cualquier agrupamiento humano. En ese sentido, se puede decir que el pase estaba en exclusión interna respecto de la Escuela, por lo que no dejó de quedar atrapado por dicha psicología de las masas: idealizado -porser una creacióndel maestro-, pero como cualquier objeto idealizado, también persecutorio y por ende rechazado. Siempre ha habido analistas a favor y otros en contra, a pesar de que la propuesta no obligaba a nadie. Por otra parte, su instrumentación -en algunos casos- por el poder institucional ha sido una de las principales fuentes de conflicto en el ámbito de lasasociaciones “lacanianas”. Finalmente, Lacan mismo ocupando el lugar de un líder que estaba en todas partes, incluido el jurado del pase, fue uno de los obstáculos mayores para la eficacia del dispositivo, aunque  siempre dijera que esperaba que fueran los analistas de su Escuela quienes tomaran la palabra para decir algo nuevo. Se cansó de repetirlo en su seminario.
Pretendió que se pudiera hacer un trabajo de seriación de los resultados a pesar de que se trata de algo absolutamente singular para cada analizante. Unos resultados que pudieran ser transmitidos, desde una perspectiva semejante a la científica, aunque no se tratase, obviamente, de una ciencia experimental. Era algo coherente con la introducción de los matemas y sus desarrollos lógicos y topológicos.
Mientras tanto fue desgranando algunas definiciones posibles del deseo- de-analista.
Dijo que no era posible que hubiera analista si no había deseo de saber, lo que llevó a confundir el deseo-de-analista, con el deseo de saber. Es cierto que sin ese deseo de saber por parte del analizante, no hay análisis posible. También es cierto que si un analista no tiene un deseo de saber en relación al psicoanálisis, poco podrá aportar al mismo, y además eso será un obstáculo en las curas que lleve. Esto requiere una transformación simbólica durante la cura de los fantasmas edípicos con los que se articula  ese deseo de saber,que ha de pasar a la elaboración teórico-clínica y al intercambio científico. Dicha simbolización, que implica la inscripción de su nombre, es también la que permite al analista efectuar su acto. De lo contrario, se verá impulsado por sus fantasmas hacia el goce contratransferencial. La ética del psicoanálisis que impone una serie de restricciones al analista, requiere de esta simbolización.
También planteó que el deseo-de-analista implica mantener la máxima distancia entre el Ideal y el objeto causa del deseo.A mi entender, es la definición más acertada, pues está en el eje que distingue al psicoanálisis de la hipnosis y de cualquier psicoterapia. Una definición que por otra parte, aunque no diga lo mismo, se articula con la neutralidad benevolente requerida para la práctica analítica. Implica que el analista no se confunda con la atribución que el analizante pueda realizar sobre él del sujeto supuesto saber, y acepte pasar del Otro al petit a.
Recientemente, Pommier ha planteado la cuestión en estos términos. El deseo-de-analista es un enigma, una x. El propio sujeto no puede captar qué es lo que lo lleva a hacer ese pasaje, peroparadojalmente, ese enigma, esa x, es lo que permite que los analizantes transfieran y puedan analizarse.
Efectivamente, el deseo inconsciente, sea el que fuere-no los motivos conscientes que alguien puede darse a sí mismo o a los demás- no es articulable…pero está articulado. Esa articulación no está al alcance del sujeto mismo, sino que sólo puede ser escuchada eventualmente por los otros. Lacan propuso que fueran los pasadores quienes la recogieran y transmitieranal jurado del pase, quela debía sancionar con un sí o con un no.
No obstante, llegado un momento consideró que el pase había sido un fracaso y que el psicoanálisis era intrasmisible. Según él, cada cual debía re-inventarlo.A pesar de ello, los psicoanalistas de diversas escuelas, han perseverado. Lo cual, tal vez, no deje de ser una forma de version-hacia-el padre, lo que no quiere decir que sea una perversión.
Ahora bien, volviendo al deseo-de-analista quiero plantear algunas cuestiones.
Tal como señala Pommier, la mayor parte de quienes desean practicar el psicoanálisis toman esa decisión antes o durante el análisis. Quieren “ser” psicoanalistas. Las preguntas continúan siendo entonces: ¿qué hace que alguien quiera ocupar ese lugar para otros, después de haber analizado las raíces edípicas de su querer “ser” analista, lo que lo habría conducido al des-ser? ¿Qué hace que desee reproducir una operación en la que vendrá a ocupar el lugar del desecho para el analizante?
Como no hay que confundir su posición con la que hace gozar al masoquista, ni pensar -como algunos- que el psicoanálisis es un síntoma del analista, puesto que un síntoma hace sufrir, me parece más oportuno sostener, que se trata del “savoir y faire” con el síntoma, y por ende con el enigma del propio deseo. Un “saber hacer” que simboliza y permite inscribir el nombre del analista. Una praxis que implica una flexibilidad tal del yo como para no identificarse con las atribuciones del analizante, y que descentrándolo de su conciencia le permite acceder a su falta-en-ser, lo que hace del discurso analítico, un medio digno para acceder a una dimensión no violenta de la fraternidad humana, que permite disfrutar de la vida. Es lo que me parece sostener el deseo-de-analista en la mayoría de los colegas que conozco.
Marcelo Edwards
Abril 2015

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