INTERVENCIÓN JORNADAS DE LA FEP EN TOLEDO (Junio de 2013)

PATHOS, HASTA EL SOL TIENE MANCHAS
Rosa Navarro
Psicoanalista en Barcelona

Elegí el término pathos necesitando despejar la idea de la pasión como exceso o patología, como afectación desde el exterior, y para situarla dentro del concepto de sufrimiento normal, es decir, sufrimiento patético que no patológico, y normal en el sentido de lo propio del ser hablante en el mundo, por lo tanto un sufrimiento existencial. Al decir existencial remito al traumatismo de origen de la existencia del sujeto, de un sujeto separado de su propio cuerpo y exilado de una parte de sí mismo, dividido de sí mismo. Cuando Descartes habla de las pasiones del alma, emerge ese dualismo entre cuerpo y alma, dualismo que hace imposible no tener pasiones, y si son pasiones del alma lo son precisamente porque el cuerpo está excluido, y excluido del cogito. Si la libido como decía Freud “es un término perteneciente a la teoría de la afectividad”, la pasión es libidinal. La pasión transita insistentemente, para cambiar lo incambiable, solucionar lo insoluble, dar la vuelta a un punto muerto, para tratar de invertir la insatisfacción original en satisfacción actual. Así la pasión da una causa a la existencia, proporciona una razón existencial.Lacan decía que la falta en ser es el campo donde se despliega la pasión del neurótico, de esta falta que va a engendrar pasión, da cuenta el neurótico al querer cuajar su existencia como ser.

Si la pasión implica aquello de lo que el sujeto queda privado y da consistencia al objeto perdido,podemos decir que la pasión del objeto es pasión de ser, puesto que el sujeto es ese objeto, o esos objetos parciales, según el lugar donde funcionan en su fantasma. La pasión implicando el objeto perdido originariamente, procede pretendiendo alcanzarlo, y alcanzarlo sin intermediación ninguna. En este sentido podemos pensar que la pasión se asienta sobre el deseo y la repetición, pero abandona la condicionalidad de la realización del deseo.

Repetimos para liberarnos de lo padecido pasivamente tratando de abolir la división subjetiva, repetimos para poder realizar el deseo, por eso la pasión vampiriza el movimiento de la repetición, pasando de la afectación pasiva al hacer activo, actúa cohabitando la manía,es decir la misma euforia de marchar a la búsqueda del objeto, sirviendo al fin de la pasión que es la unión con el objeto y el instituir un vínculo indisoluble, dado que el vínculo porta en sí mismo la inscripción de la separación.Claro que la pasión es también dolor por el fracaso de este fin, por lo inalcanzable de la juntura de la división. En este sentido la pasión es esa tensión entre la euforia de hallar eso que da significación a la existencia y el dolor de comprobar lo inalcanzable.

“Más pierde el que pierde la pasión que el que se pierde en la pasión”, así el destino de la pasión es el perderse, al igual que uno mismo se pierde en la repetición, pues ese al que creímos dar alcance ya no es el mismo que el del punto de partida. Por eso lo importante es continuar, tratar de hacer de nuevo, a pesar de que la acción haya errado en lo que perseguía.

La frase “Hasta el sol tiene manchas”, pertenece al personaje de una novela que estaba leyendo en el momento de decidir un título.Más tarde, viendo un documental sobre las manchas solares, pensé en las dos mitades de la división subjetiva y por extensión, también en las dos de una pareja, que crean uncampo magnético de intensa actividad, donde cada mitad se liga a la otra por su polaridad, esto me decidió a versar la intervención sobre la historia de la novela en cuestión.

La novela se titula: <>, y está narradapor el personaje protagonista, el mismísimo príncipe.El autor es LadislavKlíma, un checo nacido en 1878, un apasionado de la rebeldía, la radicalidad y el individualismo, optando intencionadamente por la desviación de toda norma. Parece ser que hacia el final de su vida y en un ataque de ira destruyó gran parte de su obra. Esta novela se publica el mismo año de su muerte (1928).

El traductor de la novela nos aclara que los nombres de los personajes, además de su valor expresivo, tienen un carácter simbólico: así el apellido del príncipe significa “el que se eleva a las estrellas”, lo que indica un rasgo del carácter de nuestro personaje, su arrogancia, su vanidad y su desmesura. Recordando la hubris o hybrisgriega, la peor falta que pudiera cometerse, merecedora por tanto del castigo de los dioses, nuestro personaje es culpable entonces de desear más de lo que le habría sido asignado por su destino, culpable de haber perdido la noción de su lugar en el mundo y de su mortalidad. Será castigado, pues Némesis da a cada uno lo que le corresponde,haciéndole retornar a su correspondiente dimensión, la de un simple mortal que en su locura cree haber alcanzado la cordura y que solo en la muerte alcanza el beso solar de la Diosa que lo hace ser el mismísimo Dios Sol.

Este príncipe estrella, a la altura de un astro como el sol, en un baile de la aristocracia, sufre la descarga magnética de Cupido por una joven dieciséis años menor que él. Bajo este impacto, fascinado no puede dejar de mirarla. Es una extraña y fea mujer, escuálida, de rostro lívido y macilento, que se mueve como una autómata, parece “un cadáver accionado por un mecanismo”. Lo que le prendó fue vislumbrar un ligerísimo cambio de sus facciones en lo que dura un relámpago,una cara de lividez cadavérica podía transformarse en un rostro aterrador, visión premonitoria de una metamorfosis de cadáver a furia. Obsesionado por ella decide pedir su mano y casarse. Claro que él es un príncipe astral y podría haber aspirado a una princesa real, él mismo, se describe como un adonis pese a ciertos defectillos, bajito de estatura, flaquito, desdentado, sin pelo, bizco y cojitranco, pero bien se sabe que “hasta el sol tiene sus manchas”. El pobre príncipe, a pesar de que anda elevando su estatura, se halla minado por el objeto de su elección, hipnotizado por sus ojos satánicos con el poder de trastornarle hasta la locura, ella es la trampa diabólica que le socava, por eso quiere hacerla suya y arrebatar el poder de esos ojos haciéndolos suyos.

Al desposarlaespera ilusoriamente algún cambio, sin embargo continúa con su estado autómata, sin emoción, sin alma que la habite.Sólo después del embarazo y nacimiento de un niño se inicia algún cambio; comienza a escribir ensimismada y no para de hacerlo, hasta que un día reaccionando explosivamente despierta al mundo, y literalmente lanza a su hijo y lo mata ante los ojos del padre-príncipe, quien inmediatamente se desmaya; al volver en sí la oye hablar en voz alta y decir que ha debido estar narcotizada para haberse unido a alguien que le repugna, sin embargo ahora renace renovada y nadie se interpondrá en su camino. Vemos pues resucitar el cadáver transformado en furia, como las Furiasdela mitología, que reúnen la venganza, el odio y la persecución hasta la locura.

Ella tomael poder, da órdenes, gestiona el patrimonio, humilla y golpea, verdadera dominatrix, bajo la cual se figura la versión del padre que fustiga y castiga erotizando, y así el príncipe arde en deseos por ella, sumiso, masoquista, feminizado. Hasta que harto de ser objeto de aversión, decide acudir al padre, su suegro, para que meta en vereda a la hija. En el siguiente acto, esta mujer capaz de castrar al hombre matando al hijo, cumplirá un parricidio real, la hija da muerte al padre.

Y elige entonces a un joven y estrambóticoamante, por quien manifestará un amor exaltado, ardiente y pasional, del que será testigo el príncipe al espiarles, “no soporto estar lejos de tu cuerpo”, “necesito tenerte constantemente ante mis ojos y en mis oídos”, “en ese delirio que llaman amor me bastaría con tu espectro eternamente en el interior de mi alma, así estaría con él, sería él, y él estaría conmigo y sería yo misma”. Qué mayor fusión de almas que la explicitada por estas palabras, la unión del ideal y de la muerte en un más allá del amor; como las llamaradas y erupciones de las manchas solares, la incandescencia de la pasión puede ser mortal.

Hija de un militar y misántropo que sólo deseaba tener un vástago, la educó con audacia para hacer de ella una fiera indomable. Hasta que un día, con 10 años, después de una de sus proezas, en lugar de encontrar la satisfacción y aprobación esperadas, fue azotada con furia, por un padre que debido al escándalohabía sido jubilado por el mando militar. Esa noche en la más absoluta desesperación sintió el roce de un beso en la frente, oyó una voz musical y luego una especie de chasquido en su cabeza. A partir de ahí quedó como ida, sonámbula. El padre continuó dándole palizas para ver si la espabilaba. Falta señalar que la proeza realizada atañe al cuerpo pues se trató de cruzar la plaza pública desnuda y en silencio, correspondencia entonces con la reacción al trauma de ser pegada por el padre.Tenemos una subjetividad desvanecida,un sujeto varado en ese movimiento subjetivo de pasividad/actividad, y un cuerpo tomado por un goce incestuoso, automatizado en ausencia del acto por excelencia del locus del sujeto, la palabra.

No olvidemos que debido a la culpabilidad del sujeto, intrínseca a su deseo, se produce la reversión del goce en violencia. Lo que la despierta es igual de violento, el asco, la repugnancia, después vendrá el odio y la hostilidad homicida, junto con una aversión hacia eso que la habita, y que no es ella, eso es la semilla y el fruto del goce de un otro, goce ajeno que en ausencia de una subjetivación del propio, es revertido en aversión. Creo que antes del trauma estaba en la alegría del hacer, del goce fálico, identificada con el ideal del padre, al despertar viene su pasaje al acto, lanza por los aires al hijo varón, es la reacción inmediata a las palabras de amor y de protección que el príncipe-padre dirige a su hijo, podemos decir que ella no es una madre que mata al hijo, sino una mujer hasta entonces ahogada, apagada, descubriendo la imposición del deseo del otro, y descubriéndose manipulada, instrumentada por ese otro, que es un sucedáneo del padre que deseó tener un hijo varón. Ahora despierta a la actividad despertando su propio deseo y a la feminidad.

La segunda mitad de la novela consiste en un diario íntimo del príncipe, que da cuenta de su arrebato erótico, un viaje de Eros a Thanatos en el recorrido de su enajenamiento pasional,a partir del día señalado para la huida de ella con su amante. Consigue encerrarla en una mazmorra de la torre del castillo para que no huya, y en un arrebato de furiala golpea hasta hacerla perder el conocimiento yacto seguido se marcha dejándola atada. En los días posteriores, incapaz de entrar en la torre y perturbado al oír extraños y aterradores ruidos, decide partir, sin embargo no pudiendo evitar imaginar el martirio de ella, regresa pero tampoco entonces es capaz de entrar en la mazmorra, aunque esta vez el silencio es sepulcral.

A partir de aquí el relato de su diario explicita el recorrido de su extravío y la potente cristalización del amor gracias a la aparición del espectro de la amada, a quien llamará Daemona, demonio. Cada vez que se le aparece el espectro, acaba quedándose traspuesto y desmayándose, pierde el conocimiento y también el entendimiento, a veces cree que la aparición es real, otras que es una alucinación, si a pesar de todo está viva, él no ha cometido asesinato, y si es un fantasma, él es un vil asesino condenado a sufrir el martirio de su venganza y la muerte del alma. Él sabe que imaginarla es hacerla presente ante los propios ojos, por eso lo verdadero es lo que se sueña, lo que se alucina, como cuando revierte la situación y hace de ella la amante que siempre le ha esperado. El sueño y la alucinación permiten al sujeto tratar de remontar el tiempo a antes de la separación, a alcanzarse en lo que debería haber sido. Por otro lado, queda el ser sufriente expulsado de la existencia, desvanecido en esa experiencia-ensayo de una pequeña muerte, donde el lazo entre el goce y la pulsión de muerte se evidencia.

En el recorrido hacia su final, el amor a ese ser espectral de la amada le atormentay consume su ser, consumación cuyo significado es el de llevar hasta su extinción. Bajo la fiebre y la agitación decidirá por fin entrar en la mazmorra y en su delirio agónico consumará un acto de amor orgásmico, consiguiendo entonces ser el Sol mismo que resplandece con poderosa luz exaltando el deseo de la amada. Y así le encontrarán abrazado al esqueleto.

El autor va a contar con fina ironía sus consultas a ciertos profesionales, primero el psicopatólogo, cuyo nombre está compuesto de un nombre propio que significa ávido, y el apellido que se refierea la leyenda del niño cambiado, según la cual los niños deformes o retrasados serían hijos de criaturas fantásticas, dejados a hurtadillas en lugar de niños humanos robados. Y a quien efectivamente califica de cretino, claro que como nuestro personaje es un apasionado de lo contrario, sabe que el doctor por eso mismo es un genio, un genio que no le sirve de nada, su dieta alimentaria le sienta fatal, y sin sus drogas cotidianas, tabaco y alcohol, anda desasosegado e insoportable, y ha tratado de seguir su consejo de estar animado y alegre, pero el muy lumbreras se ha olvidado de darle la receta para conseguirlo, y para colmo la medicina indicada no le ha hecho efecto ninguno. Decide entonces ir a una hechicera, cuyo apellido significa boñiga y que parece hacer milagros, obtendrá un talismán, una nuez prodigiosa denominada “Culo romano” (Podexromanus), con una condición llevarla junto al corazón,y una prohibición, que no podrá jamás mirar en su interior, ambas refuerzan poderosamente la sugestión, que indudablemente tiene su caducidad.

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