Reflexiones sobre el porvenir de una Ilusión

Por Gerardo L. Valdés Abreu

Este artículo es obra de una exposición que hice algún tiempo atrás sobre el “Porvenir de una Ilusión” de Freud. En ella introduje dos conceptos como “Qué es la cultura” , “La doble alteridad junto con la ley de transgresión del incesto”.


La Cultura humana__ entendiendo por tal todo aquello en que la vida humana ha superado sus condiciones zoológicas y se distingue de la vida de los animales, y desdeñando establecer entre los conceptos de cultura y civilización separación alguna__ ; la cultura humana, repetimos, muestra como es sabido, al observador dos distintos aspectos. Por un lado, comprende todo el saber y el poder conquistador por los hombres para llegar a dominar las fuerzas de la naturaleza y extraer los vienes naturales con que satisfacer las necesidades humanas… y por otro, todas las organizaciones necesarias para regular las relaciones de los hombres entre sí y muy especialmente la distribución de los bienes naturales alcanzados.

Estas dos direcciones de la cultura no son independiente una de otra, en primer lugar; porque la medida en que los bienes existentes consienten la satisfacción de los instintos ejerce profunda influencia sobre las relaciones de los hombres entre sí…

Y en segundo, porque también el hombre mismo, individualmente considerado, puede representar un bien natural para otro en cuanto Este utiliza su capacidad de trabajo o hace de él su objeto sexual.

Pero además, porque cada individuo es virtualmente un enemigo de la civilización, a pesar de tener que reconocer su general interés humano.

Hasta aquí cabría preguntarnos…¿Qué tiene de común estas dos direcciones de la cultura?

A primera vista, se oponen. Por un lado el conocimiento desinteresado:

a- Siendo alegre, pureza del gusto, el retiro laborioso, el saber delicado… (el sacrificio de la libido para servir a actividades y expresiones socialmente útiles; cultura y sublimación).

b- Actividades fogosas aturdidoras, reivindicaciones, clamor de las multitudes, etc es el conflicto entre la necesidad del amor parental y las tendencias a las satisfacción instintual, guerras inconscientes del sentimiento de culpabilidad: agresividad, malestar, descontento, etc.

En efecto, el hecho singular de que los hombres, no obstante, serles imposible existir en el aislamiento, sienten como un peso intolerable los sacrificios que la civilización les impone para hacer posible la vida en común. Así pues la cultura ha de ser defendida contra el individuo, y a esta defensa responden todos sus mandamientos, organizaciones e instituciones, los cuales no tienen tan solo por objeto efectuar una determinada distribución de los bienes materiales, sino también mantenerla e incluso defender contra los impulsos hostiles de los hombres los medios existentes para el dominio de la Naturaleza y la producción de bienes. Pues la creación de los hombres son fáciles de destruir, y la ciencia y la técnica por ello edificada pueden también ser utilizadas para su destrucción.



De esta manera experimentamos la impresión de que la civilización es algo que fue impuesto a una mayoría contraria a ella por una minoría que supo apoderarse de los medios de poder y de coerción. Luego no es aventurado suponer que estas dificultades no son inherentes a la esencia misma de la cultura, sino que dependen de las imperfecciones de las formas de cultura desarrolladas hasta ahora.

Volveríamos a preguntar … ¿Qué es cultura?

En cierto modo es conocimiento, el saber o, como dicen la instrucción. Pero es mucho más y mejor… la cultura no consiste en ingerir manuales, sino en dominarlos, ni asimilar un diccionario, sino en utilizarlo, etc.

Y según planteó Eduorad Herriot:

Es aquello que queda en el espíritu cuando todo se ha olvidado, es un HABITUS, disposición permanente, en parte innata y en mayor parte adquirida de la inteligencia, sensibilidad y voluntad.

Es fácil, en efecto, señalar tales imperfecciones. Mientras que en el dominio de la naturaleza ha realizado la humanidad continuo progresos y se puede esperar aun mayores, no puede hablarse de un progreso análogo en las relaciones humanas, y probablemente en todas las épocas como de nuevo ahora, preguntándose muchos hombres si esta parte de la conquista cultural merece en general, ser defendida.

Y en estas imperfecciones podemos ver claramente lo que Freud planteaba: “Que hay una realidad donde el sujeto se encuentra con el otro (semejante) y una realidad psíquica donde el sujeto se encuentra con el Otro (inconsciente). Donde el sujeto padece una doble alteridad, una alteridad social, y una alteridad psíquica y esto es fundamental en el sentido de que todo sujeto, toda persona está permanentemente en contacto, aunque no se de cuenta de ello, con dos realidades: la realidad social y la realidad psíquica.

Siendo todo esto fundamental, ya que en estas imperfecciones no existe otra transgresión de la Ley que no sea la transgresión de la Ley de prohibición del incesto. Por eso es el rechazo al sacrificio que la civilización impone para hacer posible la vida. Rechazo que representa el deseo inconsciente, sujeto dividido de un hombre con contradicciones. Los deseos inconscientes siempre estuvieron en el inconsciente, desde el momento de la constitución del niño como ser humano, esos deseos fueron inconscientes, nunca tuvieron acceso a la consciencia. Y el mecanismo por el cual el deseo inconsciente se manifiesta es utilizando los deseos reprimidos e insatisfecho; desplazando cargas hacia los deseos reprimidos e insatisfechos que ahora sí aparecen en la consciencia. Y este deseo nos dice Freud, nunca aparecerá en la consciencia sino a modo de efectos, desplazados.

En lo que yo enmarco con un planteamiento de Freud:







Puede creerse en la posibilidad de una nueva regulación de las relaciones humanas, que segará la fuente del descontento ante la cultura, renunciando a la coerción y a la yugulación de los instintos, de manera que los hombres puedan consagrarse sin ser perturbados por la discordia interior, a la adquisición y al disfrute de los bienes terrenos. Esto sería la Edad de Oro, pero es muy dudoso que pueda llegarse a ello. Parece más bien, que toda la civilización ha de basarse sobre la coerción y la renuncia de los instintos, y ni siquiera puede asegurarse que al desaparecer la coerción se mostrase dispuesta la mayoría de los individuos humanos a tomar sobre sí la labor necesaria para la adquisición de nuevos bienes.

A mi juicio, ha de contarse con el hecho de que todos los hombres integran tendencias destructoras, antisociales y anticulturales__ y que en gran número son bastante poderosas para determinar su conducta en la sociedad humana.

Este hecho psicológico presenta un sentido decisivo para el enjuiciamiento de la cultura humana. En un principio pudimos creer que su función esencial era el dominio de la Naturaleza para la conquista de los bienes vitales y que los peligros que las amenazan podían ser evitados por medio de una adecuada distribución de dichos bienes entre los hombres. Más ahora vemos desplazado el nódulo de la cuestión desde lo material a lo anímico.

Lo decisivo está en si es posible aminorar, y en qué medida, los sacrificios impuestos a los hombres en cuanto a la renuncia de la satisfacción de sus instintos, conciliarlos con aquellos que continúan siendo necesarios y compensarles de ellos.

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