TERESA DE JESÚS: DIVINA OBSESIÓN



Por Hortensia Búa

Confieso que, tras la lectura de la aportación de RosaAlmoguera al libro “4 mujeres 4 pasiones”, sobre Teresa de Ávila:”¿Y si pudiera hablar con ella?”, sentí yo idéntico deseo de conversar con Teresa. Al menos, pensé, una parte de la interlocución sí que puedo llevarla a cabo. Puedo escucharla.
A esa tarea me puse. Su voz me ha llegado como un torrente de agua cristalina, un agua no contaminada por ritos ni rutinas. Me he topado con la autenticidad en su estado más puro.
La he escuchado en el “libro de su vida”, en “Camino de perfección”, en “Las moradas”, en diferentes cartas a personas con las que le unían intereses espirituales, incluso materiales; en el libro de “Las Fundaciones”, en sus “Poesías”. Menéndez Pidal dice que “se estruja por hallar palabras suyas propias”, habla también de su afán por ahondar en el análisis de sus estados psíquicos.
Ella busca la expresión de los estados de su alma y he descubierto leyéndola la gran importancia que  le otorgaba al  autoconocimiento. Dice Teresa en sus “Moradas”: “No es pequeña lastima y confusión, que por nuestra culpa, no entendamos a nosotros mismos ni sepamos quienes somos. ¿No sería gran ignorancia, hijas mías, que preguntasen a uno quien es y no se conociera ni supiese quien fue su padre y su madre y de qué tierra? Pues si esto sería gran bestialidad, sin comparación es mayor la que hay en nosotros cuando procuramos no saber qué cosa somos”. Y en otro momento de ese mismo libro añade: “Porque es cosa tan importante este conocernos que no querría en ello hubiese jamás relajación, por subidas que estéis en los cielos”.

Teresa siente, siente profundamente, y desea ardientemente transmitir ese sentimiento. Explica sus experiencias místicas con total naturalidad, sin jactarse de ellas, antes bien queriéndolas compartir por si a alguien le sucede lo mismo que a ella. De hecho ella confiesa que ha conocido a personas con similares experiencias, entre ellas Juan de la Cruz.
Su lenguaje es emocional y se deleita en lo que contempla. Menéndez Pidal lo expresa muy bellamente: “Su estilo no es más que abrirse la flor de su alma con el calor amoroso y derramar su perfume femenino de encanto incomparable” .
Fray Luis de León define así su estilo: “La misma elegancia envuelto en la cual recibe el alma un fuego sublime, que el ardor grande que en aquel pecho santo vivía, salió como pegado a sus palabras de manera que levantan llama por donde quiera que pasan” .
Hay personajes que, como los buenos vinos, ganan con los años, se convierten en inmortales aún para los que no creen en la inmortalidad, porque su dimensión traspasa su propia época, muchas épocas, son como árboles milenarios que no dejan de protegernos de las inclemencias delos tiempos.
Teresa de Jesús es uno de estos seres excepcionales. Profundiza no solo en el ser humano, sino también en la sociedad, lo que le hace  analista  de su época. Fijaos lo que decía en su libro “Camino de perfección”, en una plegaria.
…”que sois juez justo y no como los jueces del mundo, que como hijos de Adán y en fin todos varones, no hay virtud de mujer que no tengan por sospechosa” .
Conoce muy bien la psicología femenina porque ha de comprender a sus hijas espirituales. Por eso en su obra: “Las fundaciones” dice:
porque el natural de las mujeres es flaco y el amor propio que reina en nosotras muy sutil”.
Se han multiplicado últimamente las publicaciones sobre la vida y la obra de Teresa de Jesús.
Hablaré de 2 que he leído:
“Y de repente, Teresa de Jesús Sánchez Adalid”
Es una novela histórica que toca el episodio que relacionó a Teresa de Jesús con la Inquisición. Toca el tema de los “Iluminados” que fue la acusación que sobre ella vertieron para condenarla por ese delito. Los personajes creados y recreados por el autor expresan sentimientos relativos a Teresa muy encontrados: los mismos que su figura suscitó en su tiempo porque Teresa fue un personaje muy controvertido.
Es una novela reveladora y muy objetiva que no oculta ningún aspecto de su personalidad, incluidos sus supuestos ataques epilépticos causantes, según algunos, de sus prodigiosas visiones y raptos.
El otro trabajo es del mejicano Guillermo Uribe Aceves
Teresa de Jesús de dirigida a acompañante”.
Este autor se centra sobre todo en las ideas de Teresa sobre el “acompañamiento” y nos va enumerando a sus compañeros de viaje espiritual. Hay un momento de este ensayo en el que el autor declara que: “el acompañamiento del que Teresa habla es algo mucho más profundo que el psicoanálisis (aunque se le parece algo en cuanto a las 2 personas involucradas en el proceso)”.
A este respecto, en su “camino de perfección” ella dice: “Buen medio es para tener a Dios, tratar con sus amigos, siempre se saca gran ganancia. Yo lo sé por espirienciaque, después del Señor, si no estoy en el infierno es por personas semejantes que siempre fui muy aficionada me encomendasen a Dios y así lo procuraban “  
No  pueden pasarse por alto, en un bosquejo de Teresa, sus metáforas, son como jugosos frutos de un huerto propio que ella regaba con amor. Le brotaban  con tanta abundancia que convierten  sus textos en frondosos y placenteros.
En “Las moradas” el alma, en su evolución, es   primero gusanillo, luego mariposilla, luego palomica. En su globalidad es un castillo (ahí se ve su afición temprana a los libros de caballerías).
Hablando de la oración de quietud compara ésta con la leche materna.
Y está el alma (en ella) como un niño que aún mama, cuando está a los pechos de su madre y ella, sin que él paladee, échale la leche en la boca para regalarle. Ansí es acá, que, sin trabajo del entendimiento, se le pone el Señor en el alma  y quiere que entienda está allí  y que trague la leche que le da y está entendiendo que se lo da y amando. Si va a pelear por dar parte al entendimiento y traerlo consigo, no puede a todo. Forzado dejará caer la leche de la boca. Y pierde aquel mantenimiento divino.”
Su voz suena todavía mucho más íntima y personal en sus poesías. Ahí es donde apreciamos con más belleza esaobsesión divina suya.
 Es una poesía apasionada, el amor divino la enciende, las palabras arden en deseos de amar:
“Si el amor que me tenéis, Dios mío, es como el que os tengo
Decidme, ¿en qué me detengo?
O vos, ¿en qué os detenéis?
─Alma ¿qué quieres de mí?
─Dios mío, no más que verte
─¿Y qué temes más de ti?
─ lo que más temo es perderte…….”
Dicen que su poesía se asemeja al Cantar de los cantares. Y ahí, en el hecho de inspirarse en ese libro del Antiguo Testamento ven algunos comentaristas atisbos de su filiación judía, pues ella es nieta de judíos conversos. Porque además la Biblia no era un libro accesible en la época, pero  a ella, por esos antecedentes judíos, aluden tales comentaristas, a través de la biblioteca familiar, tal vez no le costó trabajo llegar a esa lectura.
Puedo aseguraros que, empleando palabras de la santa, he hallado un gran aprovechamiento en este zambullirme en la vida y obra de  Teresa de Jesús. Ciertamente toda yo he salido “harto aprovechada”. Y al mismo tiempo que agradezco vuestra atención, le doy a Teresa las gracias por todo lo que de ella he recibido. 

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