¿Cómo se produce el analista?
Por Christian Hoffmann
¿Quién no se siente sorprendido cuando
observa la transferencia que instituye el psicoanalista en el lugar inconsciente cuando se produce el trabajo de transferencia?
En este punto de la producción de la transferencia, Freud ha
respondido mediante la vida amorosa del sujeto diciendo que está sometida por
los “clichés” a la pulsión (1). Así pues, las emociones amorosas se comparten,
por un lado, entre una parte de la libido que gira hacia la realidad y de la
cual el sujeto puede disponer, y por otro lado, está otra parte de la libido
que se satisface en los fantasmas y permanece por lo tanto en lo inconsciente.
Decepcionado por la realidad, el sujeto busca una “esperanza
libidinal” en un nuevo encuentro. Es muy probable que las dos partes de la
libido intervengan en esta búsqueda. Por lo tanto, es comprensible que la
libido insatisfecha y por consecuencia en espera, esté dispuesta a colocarse en
el psicoanalista. Es por ello que “el paciente integra al médico en una de las
“series psíquicas” que ya estableció en su psiquismo” (2). Freud asemeja eso
que él llama un “cliché” (en cursiva en el texto) a esta “serie psíquica” que
condiciona la vida amorosa y la lleva a la repetición.
En resumen que es el fantasma actualizándose el que
condiciona la transferencia. Lo que quiere decir que en seguida está presente
en el discurso del analizante. Por esa vía del fantasma, podemos introducir la
respuesta de Lacan a esta cuestión de la producción de la transferencia. Como
sabemos, el fantasma pone al sujeto en relación con el objeto, un objeto que
adquiere su condición de su propia pérdida. El objeto perdido de la pulsión se
encuentra en el fantasma como su representante, es al que Lacan llama el objeto
a. Este objeto a es el que resulta, desde Los
tres ensayos de Freud (3), de la “extracción corporal” (4) que inscribe su
pérdida en el narcisismo. Si el otro viene a ocupar este lugar del fantasma,
como acabamos de verlo con Freud, entonces este objeto también tiene que ver
con “eso que hace el psicoanalista” (5).
Para Lacan, es “el psicoanalizante el que hace al psicoanalista” (6). Lo
que no soluciona sin embargo la pregunta del psicoanalista y su formación. Lacan
añade por otra parte que “aún es necesario que haya psicoanalista”.
¿Qué quiere decir esto? El libro de Moustapha Safouan, El psicoanálisis. Ciencia. Terapia - y Causa,
nos es de una gran utilidad para esclarecer la pregunta del lado del
psicoanalista. En la tercera parte de su libro sobre “La saga lacaniana”
Moustapha Safouan analiza el fracaso del Pase que está conectado a la decepción
de esperar un saber sobre el deseo del analista pero sin poder decir eso que es
el deseo del analista y lo que motiva su acto. Sin desarrollar aquí la argumentación
de Moustapha Safouan sobre este punto, como no sea que se base en la distinción
entre saber y verdad, diremos que a pesar de este fracaso, “es cierto que el
análisis modifica la economía libidinal del sujeto, de tal modo que conecta su
deseo con las condiciones sin las cuales no puede funcionar como analista. Es
decir, según la expresión de Lacan, como “lugar limpiado de goce” (7). A veces
es necesario coger tramos de análisis en varias ocasiones para llegar a este
resultado (8).
Siguiendo a Lacan, él dice que “el analista se hace producir
del objeto a: con el objeto a” (9). Lo que podemos interpretar de la siguiente
forma: el analista se convierte en el objeto a del fantasma del analizante en
la transferencia. Pero, hay un margen, que hay que remarcar, entre lo que el
analista deviene en la transferencia y el lugar desde donde responde de su
acto. Un sueño de un analizante va a
permitirnos esclarecer esta situación. Soñó que el analista venía a ocupar el
lugar de su padre muerto, que estaba vivo en la escena del sueño con una
sonrisa que no tenía nada que ver con una mirada benévola, y en ese mismo sueño
él le comenta este descubrimiento a su analista. Podemos ver bien en este sueño
cuál es el lugar que ocupa el analista en la transferencia y el lugar del Otro
que es donde se sostiene el analista, quien va a permitir, no solamente el
análisis, sino también su salida y su fin, mediante el análisis de la
transferencia. De esa manera, se hace posible un final de análisis donde surge
la caída de eso que el analista ha sido en la transferencia, a saber, el objeto
a. Lo que nos da una idea de lo que Lacan llama “el atravesamiento del
fantasma”.
¿Como se hace este atravesamiento del fantasma? Puede
hacerse por ejemplo a partir de una interrogación que el sujeto se hace sobre
el lugar de un otro que está altamente investido de afecto por el sujeto, tanto
afecto le tiene que la separación de este otro puede representar un
desgarramiento vivido en el propio cuerpo. Esta situación puede permitir el
levantamiento del velo del fantasma y de esa manera posibilitar el
descubrimiento de la significación de esta pérdida narcisista del otro como
pérdida de una parte del propio cuerpo. Avanzando más en el trabajo de la
transferencia, este analizante puede darse cuenta en qué medida esta pérdida es
la de un objeto pulsional con el cual el analizante organizaba (hasta ese
momento) toda su subjetividad y su transferencia. Le quedará entonces asumir
esta pérdida renunciando al goce que le causa (10). Sólo el análisis puede permitirle
deshacerse de este goce del objeto, que es la causa de su vida amorosa y sus
transferencias. El acto del psicoanalista debe “concordar con este objeto” (11)
para obtener un levantamiento del velo del fantasma, permitiendo así el
reconocimiento de la organización de toda una subjetividad con este objeto. Por
ejemplo, un sujeto puede regular toda su vida y sus contratiempos con el objeto
oral o anal, o la voz y la mirada. La transferencia queda impregnada y por eso
el analista es el que va a velar para que el análisis se desarrolle en otro
registro que no sea el del goce de este objeto. El analizante puede instalarse
en el goce de una transferencia así y volver el análisis interminable. De ahí
la necesidad, como lo indica Lacan, que el acto del psicoanalista “concuerde
con este objeto y su goce".
Un análisis puede permitir esclarecer al sujeto sobre la
naturaleza, por ejemplo anal, del fantasma que determina una angustia de
abandono, vivida hasta en la transferencia. Pero la puesta en luz del fantasma
no alivia al analizante del peso de esta angustia de abandono. Se necesita otro
acto que no es la interpretación. Por ejemplo, el descubrimiento del límite del
don y la voluntad de liberar al otro del don, de esta servidumbre, puede
generar una angustia vivida por el sujeto como una pérdida de una parte del
cuerpo propio. Si el acto analítico “concuerda” con esta pérdida, puede
permitir el levantamiento del velo del fantasma sobre el objeto. El destino del
fantasma, como dice Freud, pertenece entonces al sujeto, es de su incumbencia
hacer “de la defecación (…) la ocasión de decidir entre la actitud narcisista y
la actitud del amor de objeto. O bien, cede dócilmente el excremento, “lo
sacrifica”, o bien, lo retiene para la satisfacción autoerótica y, más tarde para
la afirmación de su propia voluntad” (12). Basta con añadir, que al volverse el
análogo del excremento que es la “primera pieza de sustancia corporal a la cual
se debió renunciar”, el pene se reconoce como separable del cuerpo y “por ello
el viejo desafío anal entra en la constitución del complejo de castración”
(13).
El poeta no se equivocaba al decir a nuestro oído una
“pérdida” o una “mierda” (En francés se hace un juego de palabras entre pérdida
y mierda que suena en la pronunciación a padre y madre) (15).
Bibliographie
1) S. Freud.
"La dynamique du transfert", La
technique psychanalaytique, Puf, 1953, p. 50
2) Ibid., p. 51
3) S. Freud, Les
trois essais sur la théorie sexuelle, Gallimard, 1987
4) J. Lacan, Op.
Cit., p. 379
5) J. Lacan, Op.
Cit., p. 379
6) J. Lacan,
"L'acte psychanalytique. Compte-rendu du séminaire 1967-1968", Autres écrits, Seuil, 2001, p. 379
7) M. Safouan, La
psychanalyse. Science. Thérapie - Et Cause, Ed. Thierry Marchaisse, 2013, p.
396
8) C. Hoffmann,
"L'analyse sans fin de l'analyste et la question des tranches
d'analyses", Clinique lacanienne,
N 21, Erès, 2012
9) J. Lacan, Op.
Cit., p. 379
10) C. Hoffmann,
"La paradoxale dépression de fin d'analyse", Clinique lacanniene, N 17, Erès, 2010
11) J. Lacan, Op.
Cit., p. 379
12) S. Freud,
"Sur les transpositions de pulsions plus particulièrement dans l'érotisme
anal", La vie sexuelle, Puf,
1969, p. 110
13) Ibid., p. 112
14) S.Guitry, Le
mot de Cambronne, Libraire T^´eâtrale, 1992
15) A. Jarry, ubu
roi, Gallimard, 2002
No hay comentarios:
Publicar un comentario