INTERVENCIÓN EN LAS JORNADAS DE LA FEP EN TOLEDO (Junio 2013)



LA PASIÓN DE LA IGNORANCIA. M. Butterfly de D. Cronenberg
Por Graziella Baravalle
Psicoanalista en Barcelona, España

El término pasión remite a pathos, a padecer, a una posición pasiva; se es dominado por la pasión. En ese caso las pasiones nos remiten a un predominio de la pulsión de muerte, transmitida por la repetición. Pero también hay un aspecto activo de la pasión, algo que impulsa y enciende y lleva a actuar. Jacques Hassoun, en su libro Passions Intraitables pone bajo la rúbrica de la pasión lo político, lo religioso, y el encuentro fatal entre dos individuos. Suele recordarse que para Lacan hay tres pasiones del ser hablante: el amor, el odio y la ignorancia; aunque en el Seminario de la Transferencia había afirmado que el amor no es una pasión y en otros momentos añade  la cólera a la lista de las pasiones. Lo indudable es que lo característico del parlêtre es la pasión de la ignorancia, la represión que constituye lo no sabido de lo inconsciente. Es la marca de nuestra relación con el goce. Si bien Lacan nos advierte que el recurso a la afectividad está lleno de confusión y en el interior del análisis esta categoría nos conduce a una impasse, estas pasiones y afectos son lo que el analizante trae en su queja y nos permitirán por medio de la asociación libre el acceso al fantasma. Las pasiones, lo mismo que la angustia constituyen un signo de algo. Del seminario Encore transcribo la siguiente frase de Lacan: “...el amor, aunque se trate de una pasión que puede ser la de la ignorancia del deseo, no por ello puede privarlo de su alcance.”  Esta conjunción de ignorancia que lleva al amor (sin olvidar que no hay amor sin odio) es lo que me hizo pensar en esta película de Cronenberg en relación con las pasiones desenfrenadas. Cronenberg  lleva genialmente al máximo las posibilidades que da el cine. Obras como las suyas son las que llevan a J-J. Moscovitz escribir que el tejido del psicoanálisis con el cine se muestra como una “escritura clínica de nuestros días”. También su DVD titulado Pervert guide to cinema Slavov Zizêck, que comenta los clásicos del cine con los conceptos de la teoría psicoanalítica, afirma que no podemos entender el mundo actual y necesitamos el cine para analizarlo.



            En la película “ M. Butterfly” la pasión de no querer saber del protagonista se entreteje con la ignorancia de las masas utilizadas por el estado maoista en sus manifestaciones políticas, teniendo como transfondo la ignorancia de la embajada francesa, la de los americanos en la guerra de Vietnam, la de los estudiantes franceses que en 1968 enarbolan la bandera de un maoismo que por medio de los guardias rojos envía a artistas e intelectuales chinos a los campos de reeducación. También hay - un transfondo de odio y destrucción del Otro: odio de los guardias rojos a la cultura, odio de los chinos a los japoneses por las atrocidades de la guerra, odio de los occidentales a los orientales que resuenan con el odio amoroso (fingido) a sí misma de la “diva” Song Liling por amar a un extranjero y el odio a su amada y a sí mismo del protagonista en la escena final.
            Esta película está basada en un hecho real que apareció en la prensa en 1986: “un diplomático frances y una cantante de opera china han sido sentenciados a 6 años de cárcel por espiar para China luego de un juicio que duró dos días siguiendo una historia de amor clandestino e identidad sexual equivocada (...) el señor N.N. fue acusado de pasar información a China cuando se enamoró del señor Shi, del cual creyó durante 20 años que era una mujer”.
            Este suceso impactó, es decir que los puso a producir, que necesitaron hacer algo con esa historia, a dos grandes artistas: el dramaturgo David Henry Hwang que fue premiado por la obra de teatro y el director canadiense David Cronenberg, cuya gran variedad de películas muestran el común denominador de las cuestiones de la identidad, la metamorfósis y la creación de una realidad paralela o fantástica. Cronenberg vió la pieza en Londres y decidió hacer una película para la cual el mismo Hwang escribió el guión. La película contiene todos los elementos de la tragedia griega y tiene como telón de fondo la ópera homónima de Puccini.
             La pasión de la ignorancia del protagonista, R.Gallimard, (de ahora en adelante lo llamaré René) lo lleva al error fatal que consiste en tomar a un hombre por una mujer. La película muestra esa transformación por medio de los vestidos y máscaras con que se cubre un actor de la Opera China en la que sólo actúan hombres y son ellos los que representan por lo tanto los papeles femeninos, lo mísmo que en la tragedia griega y en el teatro isabelino.
            He analizado otra modalidad de transformación en mi artículo sobre la película “Cerezos en flor”, que también utiliza el quimono como prenda pero en la que la situación, aunque incluye la metamorfosis y la muerte, es completamente distinta; en esa película la mísma estructura se manifiesta en una trama diferente (mythos en griego significa trama, anécdota) y se basa en otros fantasmas del protagonista.
            Por otra parte, el error lleva aquí al descubrimiento del amor y la pasión que surge de este encuentro azaroso es como una revelación que transforma en un instante la vida del protagonista. Por eso la ignorancia se mantiene con fuerza hasta límites insospechados para llegar al reconocimiento y la catástrofe que se desencadenan en la última parte de la película por medio de dos escenas, el juicio y la representación teatral.  Esta última escena, uno de los monólogos más geniales de Jeremy Irons (que nos demuestra la fuerza de la palabra en el cine) presenta  un tema tan caro a Cronenberg: la metamorfosis y el misterio  de la identidad sexual.
            Este drama de un antihéroe de la modernidad contiene, dispersos e invertidos esos elementos estructurales básicos de la tragedia griega, de la que para nosotros analistas, el Edipo de Sófocles es central, encontramos estos elementos fundamentales:
·         El error (hamartia) producido por la ignorancia (agnoia)
·         El reconocimiento del error (o anagnorisis)
·         El cambio de fortuna o catástrofe (peripateia).
 En la  anécdota (mito)del Edipo  Freud descubrió un compendio de los fantasmas y las pasiones que ésta implica, el amor por la madre, el crimen parricida, el odio del hijo por sus progenitores o viceversa, la ignorancia del pueblo y del tirano mísmo, el riesgo de saber y la ceguera como castigo. En la poética de Sófocles la condición humana implica actuar en la ignorancia, sólo los dioses saben. En la trama de M. Butterfly la peste de Tebas aparece bajo el ropaje de la llamada revolución cultural china, así como de la guerra. El destino, ya no son los dioses sino el partido comunista chino.
            El protagonista por ignorancia sexual pues no soporta ver a  una mujer desnuda se enamora de Song Liling, una diva de la ópera china, ciego por el amor, ya que hubiera debido saber, siendo un diplomático, que sólo los hombres actúan en la Opera de Pekín. La fantasía de la mujer oriental enamorada y sacrificada, tema de la Opera de Puccini que es el motivo del encuentro fatal,  despierta a su vez la fantasía de René que sólo al final se nos desvela en su puesta en acto. Una segunda escena en  la Ópera de Pekín abre un juego de contraposiciones entre de dos voces, dos Operas (la japonesa y la china), el rostro lavado y  el maquillado como una máscara y  el enigma de la mujer, que sólo se puede amar en la oscuridad, sin verla porque es un hombre travestido.
            El actor que representa a Song Liling se transforma por medio del maquillaje y la ropa en una hermosa mujer que inicia al protagonista en la sexualidad. Esta educación sexual constituye para el protagonista un acontecimiento psíquico que lo arranca de su abulia, de su insignificancia y lo interna en una sexualidad misteriosa ya que nunca la verá desnuda. En otra escena de la película lo habremos visto fracasar en un intento de relación sexual con una mujer occidental –también llamada Renée- que se desnuda procazmente.
            La “diva” de la Opera de Pekin es en realidad un actor que debe convertirse en espía por mandato de los guardias rojos para “redimirse” y no ser enviado a un campo de reeducación (la educación es un tema que adquiere diversas formas).
El error de René lo retiene en una apasionada ignorancia y enamoramiento, pues sigue manteniendo relaciones sexuales a oscuras y con Song Liling vestida y llega hasta creer que ella queda embarazada.
            Al intensificarse  las persecuciones de la revolución cultural René es enviado de regreso a Paris y ella a un campo de reeducación. Ambos son espías, el uno del otro, pero la diferencia es que René lo ignora y en cambio él le comunica a sabiendas  a Song secretos de la embajada francesa al mismo tiempo que cree transmitir a esta embajada datos importantes, cuando la verdad es que su ignorancia sobre lo que está pasando en China es total.
            Uno de los grandes logros de Cronenberg es articular la pasión del protagonista con la pasión de la política, conectando al espectador con los importantes acontecimientos políticos del momento y al protagonista con la historia real, son las escenas callejeras, como por ejemplo René en medio de una manifestación de guardias rojos a la que sigue y que termina con la quema de todos los ropajes y máscaras de la opera tradicional de Pekin, acto que contempla estupefacto. Más adelante se ve una manifestación en Paris de los estudiantes enarbolando el libro rojo de Mao. A partir de aquí los dos amantes son separados. Ya en Paris René es apartado de sus funciones diplomáticas y vive pobremente en un estudio. Song Liling aparece tiempo después enviada por el Servicio de Inteligencia chino, le dice que le han quitado el niño y que si no les envía información lo matarán. René consigue trabajo de mensajero y así roba valijas diplomáticas, es descubierto y ambos son llevados a prisión.
            A partir de aquí se desarrollan las dos últimas escenas de la película en que se producen al igual que en la tragedia griega, el reconocimiento del error y la catástrofe.
Cuando uno mira por internet este monólogo de Irons (lo que podrían estar haciendo ahora los que tuvieran una tableta) se advierte que también hay una duplicación del coro trágico: los internautas que dan sus opiniones duplican a los jueces; los presos también presentan una extraña función de coro silencioso, lo mismo que los espectadores de la película.
            Durante el juicio René ve por primera vez a Song Liling vestido de hombre y lo mira sin poder creer lo que ve. El juez pregunta a Song Liling, que ha explicado lo ocurrido tanto en Pekin como en Paris, cómo era posible que su amante no hubiera advertido que Song era un hombre y el actor explica que él había creado una invención para René, sólo para él. Ese personaje de mujer era su obra, así como hacerle creer esas extrañas historias sobre el pudor de la mujer china.
            Esta invención de Song representa la mujer no castrada, la madre fálica. Lacan en subversión del sujeto comentando este tema, sugiere que en un baile de máscaras una mujer que llevara un postizo bajo el disfraz resultaría muy atractiva para los hombres.
En una escena anterior Song Liling, interpelado por el guardia rojo que lo vigila, le explica que en la Opera de Pekin los personajes femeninos son representados por hombres porque nadie mejor que un hombre sabe cómo actúa una mujer.
            En la película se ha visto a los amantes en imágenes fugaces hacer el amor en escenas que sugieren una fellatio o con Song vestida con quimono blanco y su pelo suelto sentada sobre él de espaldas y en la oscuridad. El juez vuelve a preguntar:  “¿no sabía que usted era un hombre?” Song: “Nunca exploró mi cuerpo. Nunca me lo preguntó.”
Después del juicio los dos hombres son trasladados en un furgón policial, René irá a la cárcel, Song será devuelto a China. En el furgón Song trata de acercarse a René. Ahora se desnuda ante él, le revela su sexo. René lo rechaza y le dice “¿cómo pudiste? Eres sólo un hombre”. Song llora desnudo en un rincón.

Escena final
            Ya en la cárcel los presos se preparan para asistir a una representación  en el anfiteatro. En el escenario hay un biombo y un reproductor de música. Aparece René con su traje de preso, muy parecido a los uniformes maoistas unisex que llevaban los guardias rojos.
            El monólogo de Irons en esta escena es la culminación de la película pues se producen la metamorfosis y la catástrofe. Aparece Rene con las uñas pintadas de rojo. Comienza a hablar mientras se viste con un quimono. “Me conocen. Hago reír a toda Francia, pero si me comprendieran no reirían. Hombres como ustedes deberían aprender de mis secretos. Yo, René Gallimard he sabido lo que es ser amado por la mujer perfecta.” Se interrumpe y pone el aria final de Madame Butterfly. Continúa:
“Tengo una visión de Oriente, mujeres esbeltas en quimono.  Han nacido para ser mujeres perfectas, fortalecidas por el amor soportan al hombre cruel. Esa visión se ha convertido en mi vida. Mi error fue simple y absoluto. El hombre que yo amé no era digno de una mirada”. Se pone la peluca, se maquilla de blanco y se pinta los labios, completando así la transformación. “Pero yo le dí mi amor, todo mi amor. El amor del que hablo cegó mis ojos, ahora veo” . Y se mira en un espejo, al mismo tiempo que repite la frase de Madame Butterfly: morir con honor es mejor que vivir con deshonor. Al final, aquí en la prisión y lejos de China la he encontrado: mi nombre es René Gallimard, también conocido como Madame Butterfly.”
            Los presos que lo escuchan conmovidos aplauden. René, iniciando un saludo, adopta la posición de sepukku, se corta el cuello con un trozo de espejo y se desangra imitando el suicidio final de la opera de Puccini.
            El reconocimiento del error conduce al cambio de fortuna (o peripateia) bajo la forma de catástrofe, palabra que en griego significa inversión. Se nos revela  que el fantasma que sostenía la ignorancia del protagonista era el de ser él mismo esa mujer perfecta. Ha comenzado el monólogo en su propio nombre, como para afirmar ese acto logrado que será su suicidio, pero muere prefiriendo el apodo Madame Butterfly como si fuera su verdadero nombre, sacrificándose por ese amor idealizado con el espejo roto del engaño, narciso travestido en un coito consigo mismo.
Cito una vez más a Lacan en Encore, página 89; “Cuando el amor se vuelve insensato lo interesante es darse cuenta de que cuando se ha entrado en un atolladero, cuando se llega al fin, es el fin”. Puccini y Cronenberg lo sabían.
            En toda la película sólo aparece una vez un padre en la antigua foto de su padre que Song Liling tiene en su salón.  De René no se sabe nada, sólo que era un oscuro empleado, que no había podido ser padre y que Song Liling le hace creer que han tenido un hijo. En la escena final, René, en cierto sentido renuncia a su nombre.
            En su libro Passions Intraitables Hassoun escribe: “en la pasion, el padre se significa en el discurso como despojado de sus emblemas y como testigo de decadencia de un linaje. Este padre testimonia su fracaso en el punto en el que el amor de la madre en su conjunción metafórica se convierte en una causa que el apasionado debería sostener. Intento de alcanzar un sin-límite narcisista..., este camino pretende hacer fracasar la muerte en el punto en que el sujeto se ausenta de la vida”.
            En la repetición final de la ópera (la película empieza con Song cantando este aria), al cerrar así el ciclo con lo mismo, René busca con su trozo de espejo redimir la ausencia del padre. Pero no lamenta su destino como Edipo, porque ha conocido a la “mujer perfecta”.
            En la historia real el señor X intentó suicidarse en prisión pero no lo logró y murió unos años más tarde. La intuición poética de Cronenberg  lleva a René al extremo del suicidio en posición de sepukku ante los otros presos en una identificación total con Madame Butterfly, mostrando la especularización del objeto a (objet petit a) como intento de suplir la función paterna. Intento destinado al fracaso pero sostenido hasta la muerte, en ese acto logrado que empieza a firmar con su nombre al mismo tiempo que lo pierde, y en que lo real se impone con la existencia de esa extraña escena primitiva.
            El sacrificio o castigo del protagonista implica una inversión (a causa de la falta de palabra del otro) de la solución que había encontrado para su semblante de posición masculina: tener la “mujer perfecta” era ignorar que estaba con un hombre. Al representar su acto final, cierra el círculo, vuelve al comienzo cuando escuchó a Song Liling cantar a Puccini y se va transformando en ella, objeto imaginario que se introduce por su capacidad para intercambiarse con el amor del sujeto hacia su propia imagen. En esta representación en segunda potencia de Madame Butterfly encontramos la inflexión del erotismo europeo del objeto idealizado, pero en este caso al ser a la vez el objeto odiado ha de ser destruído. Señalo aquí la paradoja de que en esa pasión  el sujeto había encontrado el amor y dejó de ser insignificante por un tiempo ( “nada, menos que nada”, le decían sus colegas) pero vuelve a ser nada.
            A medida que se escucha el aria René va adoptando las características sexuales secundarias que como dice Lacan, son las de la madre. Se mira en el espejo y sólo ve .... La frase se interrumpe donde uno esperaría escuchar “una mujer”.  Y con un trozo de ese  mismo espejo se da muerte.
            Todo el recorrido pasional está sostenido por la pulsión escópica; el espectáculo, el teatro, la imagen de la mujer oriental, ver o no ver el sexo femenino, desnudarse o no, desvelar la verdad, la máscara, el disfraz, el espejo que causa la muerte. Al igual que en la tragedia griega, este drama se basa en un juego metafórico complejo de luz como saber y de tinieblas como expresión de la ignorancia. La pulsión escópica predomina en el fantasma de la escena primitiva que el protagonista mira en el espejo y que da a mirar a los hombres que miran el espectáculo. Vió a la mujer perfecta en un hombre porque no quiso ver debajo del quimono el velo que ocultaba el falo materno.
            La escena final nos trasmite además una diferencia entre las posiciones de los dos amantes. Para René Gallimard el objeto es idealizado, la mujer perfecta se convierte en su visión, o sea en su fantasma de la mujer masoquista, castigada, con la que él se identifica. Para Song Liling, en tanto es actor, la “mujer perfecta” es una invención, la creación de un personaje en un intento de redimirse ante Otro amenazante. Idealización unida a la identificación frente a una creación en torno de la falta.
Por otra parte la escena del furgón policial nos permite suponer que el amor fue recíproco, Song dice llorando; ¡Núnca me quisiste a mí!


No hay comentarios: