COLOQUIO FREUD-MARX-LACAN ATENEO DE MADRID 2012

SIGNIFICANTE Y MITO FAMILIAR
Por Soledad Godano

Antes de comenzar, quisiera agradecer a Lapsus de Toledo y especialmente a Cristina Jarque, la confianza que depositan en mí, y los ánimos infundidos para participar en este Coloquio.
Intentaré acercar a todos, independientemente de la “escucha” con la que asistan a este encuentro, algo tan fundamental para nuestra cultura como es la cuestión del MITO FAMILIAR.
Con el fin de aportar mi pequeño grano de arena a estas jornadas, y a este tema tan amplio, intentaré fijar mi punto de vista en cómo el Sujeto y su bagaje familiar influyen en la sociedad y en la cultura. Es decir, que se trataría de modificar el enfoque, por todos conocidos, por el que intentamos comprender al individuo estudiando la cultura y sociedad en la que se encuentra inmerso. Y, aún reconociendo la plena vigencia de dicho enfoque más bien de tipo sociológico, lo que hoy pretendo es dar un viraje hacia el lado de los SIGNIFICANTES y de cómo estos significantes marcan la historia de cada Sujeto, quién a su vez formará parte de esta red social de la que todos formamos parte en tanto que somos hijos, padres o hermanos en cada una de nuestras familias.

Como psicoanalistas, cuando un Sujeto llega a consulta, debemos mirar más allá de él. Echar un vistazo a sus costados, plantearnos qué es lo que pasa allí dónde vive.

Para comprender a un sujeto, debemos remontarnos a la prehistoria; en dirección a las generaciones anteriores (sus padres, sus abuelos,…). La historia de su familia, su folklore. Digamos que necesitamos reconocer lo que le precede: los determinantes, antes siquiera de que el sujeto propiamente exista. Para entender sus significantes, deberemos retroceder a dónde él, no estaba aún.

En psicoanálisis, hay un 1º movimiento, que por cierto fue muy popularizado (y hasta se convirtió en una representación caricaturizada del psicoanálisis) y es el retorno a la infancia, a las fantasías tempranas y los traumas precoces.

Este método, conserva toda su vigencia y validez, pero existe un 2º movimiento, estrechamente relacionado con el desplazamiento de la clínica, más allá de las neurosis.

Así, nos referimos a un orden fantasmático inconsciente; se trata de lo que va más allá. De lo que rebasa al sujeto.

Podríamos decir que se da, desde el punto de vista del psicoanálisis, el ITINERRAIO DE UN SIGNIFICANTE: algo significante que se repite bajo transformaciones, de generación en generación.

Cuando nos referimos al significante, en psicoanálisis, debemos separarlo del concepto puramente lingüístico: Por ejemplo, la bata de un médico, en un hospital ES un significante (para el paciente que acude al hospital se da la dicotomía de aquel que está CON la bata, y del que está SIN ella). Este es un simple ejemplo que nos sirve para comprender como un significante no sólo se reduce al terreno de las palabras.

En la clínica, no todo lo que nos dice un paciente es un significante. Para que algo sea considerarse significante, tiene que REPETIRSE.

Este significante no es de alguien, puede cruzar, circular y atravesar generaciones. Puede traspasar lo individual, lo grupal y lo social. Lo que se vuelve individual en el Sujeto, será la forma en que cada uno se relacione con este significante: bajo la forma de sometimiento o de la rebelión para cambiar la dirección de lo que se repite.

Si no existiese esta posibilidad de desvío en la reiteración, no sería posible lograr nada terapéutico con un paciente en la clínica.

Una vez que algo es introducido con función de significante, se produce algo nuevo que se traza.

Esta característica de un significante se deriva del hecho de que no viene con un significante “abrochado” indisolublemente, sino que las significaciones que adquiere se van generando.

Al hablar de SIGNIFICANTE, en relación con el MITO FAMILIAR hablamos entonces de una frase que indica dónde cierto régimen deseante familiar ubica a un sujeto (y puesto que no es una sentencia), dónde a su vez el Sujeto se perpetúa.

Pero es importante alejar al psicoanálisis del esquema causal lineal, es decir que el Sujeto no es un autómata que reaccione según suene un significante.

Cuando hablamos del inconsciente, no existe jamás un solo itinerario posible, sino un amplio abanico de respuestas. Como ya he dicho, el psicoanálisis carecería de sentido si pensásemos en el determinismo de un significante.

El éxito de nuestro trabajo, radicará, desde esta óptica, en la “libertad”, en cuánto posibilidad de acción del Sujeto frente a un significante proveniente de este baúl de los recuerdos que es el mito familiar. Es decir, qué es lo que hará el Sujeto ante una frase significante familiar.

Otro factor a tener en cuenta en relación con este tema, será que el Significante tiene dirección: es decir que siempre conduce hacia alguna parte. Cuando algo en nuestra historia se gana el título de SIGNIFICANTE, esto nos inclinará hacia determinados caminos preferenciales. Pero como decía Lacan, la carretera puede abandonarse en muchos puntos del camino.

Cuando desde el psicoanálisis nos preguntamos ¿quién es este sujeto? Es importante que conozcamos el lugar que ocupa en su mito familiar.

Entendiendo mito familiar como todo aquello que se respira en su lugar, a través de una serie de prácticas cotidianas, incluidos actos, dichos, normas familiares o regulaciones corporales que forman un conjunto dónde está presente el mito familiar.

Es importante dejar claro que esto no es fácilmente visualizable. No podremos detectarlo como una unidad acabada congruente y lista para ser examinada sino que lo iremos “adivinando”a través del DISCURSO del Sujeto.

El MITO FAMILIAR bien puede entenderse como un puñado de significantes dispuestos de cierta manera. En el mito familiar, tanto como en la mayoría de los discursos, un significante nos lleva a otro significante.

La diferencia entre un signo y un significante nos brinda esa riqueza en el campo del psicoanálisis . Así, si decimos por ejemplo: “dónde hay humo, hay fuego” nos moveremos en el plano delsigno. En este caso, el humo sería un indicio de que más allá, hay fuego.

Sin embargo podremos modificar esta tesis si nos fijamos en otras culturas, como por ejemplo, los indios de América, quienes desarrollaron un código, un lenguaje con señales de humo. Allí, el humo nos remitiría al fuego, sino a otra RITMACIÓN de humo, y ese es el efecto de la significación.

Esto es lo que distingue el plano del significante y es la formación de una cadena. Y a los psicoanalistas, nos interesa esta cadena en tanto que inconsciente. Así es como resaltamos al significante es su particular relación con el sujeto.

Definiríamos entonces, en este caso, como AQUEL QUE REPRESENTA A UN SIGNIFICANTE PARA OTRO SIGNIFICANTE.

Esto es mucho más complejo desde el punto de vista de la clínica, pero quisiera destacar, para terminar, que para PODER SER, (y SER parte de una familia, y por tanto de esta sociedad), para poder SER en el sentido que cabe hablar en psicoanálisis, la única oportunidad que tiene un sujeto es la de ASIRSE a un SIGNIFICANTE.

Así, al nacer, la tarea inminentemente activa que todo ser humano debe emprender (con ayuda, puesto que sin ella no podría hacerlo) es la de ENCONTRAR Significantes que le representen ANTE y DENTRO del discurso familiar.

En el seno de este MITO FAMILIAR, o sea en el CAMPO DESEANTE FAMLIAR.



(basado en la teoría del Significante de Ricardo Rodulfo)

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