LaTE. PENSAR EL CINE. Es hoy (11/01) 18H de España. Película LA PIANISTA, inaugura Cristina Jarque, coordina Facundo Podestá, intervienen: Fernanda Martínez y Cecilia Arredondo. Lecturas recomendadas: "La madre estrago" de Cristina Jarque y "Sexualidad y maternidad" de Cristina Jarque. La película La Pianista (2001), dirigida por Michael Haneke y basada en la novela de Elfriede Jelinek, ofrece una exploración inquietante y profundamente perturbadora de la sexualidad femenina y el poder en las relaciones humanas. En el Seminario 20 (El Goce), Lacan plantea que el goce femenino es un exceso que escapa a las estructuras simbólicas del deseo y del lenguaje, un espacio de lo inefable que desafía las normas patriarcales. Erika Kohut, la protagonista, interpretada magistralmente por Isabelle Huppert, atrapada entre el orden simbólico de su rol social y las demandas opresivas de su madre (una madre estrago), se encuentra en una búsqueda dolorosa y destructiva de este goce que excede el placer regulado. La relación de Erika con Walter Klemmer (Benoît Magimel) evidencia esta tensión. Mientras Walter se aproxima a Erika desde un deseo masculino más tradicional, buscando una relación regida por las dinámicas de seducción y dominio, Erika se revela como un sujeto del goce que no se ajusta a estas expectativas. Sus fantasías masoquistas y sus intentos de imponer un contrato erótico que desdibuja los límites entre el control y la sumisión son intentos de inscribir su goce en un territorio que Walter no puede comprender. Este choque evidencia la asimetría entre el deseo masculino, ligado a la lógica fálica, y el goce femenino, que opera en un nivel más allá de esa lógica. El goce de Erika, sin embargo, no aparece como una experiencia liberadora, sino como un síntoma de su represión emocional y su sufrimiento interno. Al no encontrar un espacio simbólico para su goce, su sexualidad se convierte en un terreno de autodestrucción, marcado por la imposibilidad de ser entendida o compartida. La Pianista es una exploración cruda de la dificultad de articular el goce femenino en una estructura social que lo niega o lo patologiza, revelando su potencial tanto de subversión como de alienación. Vemos cómo Erika Kohut, encarna una compleja dualidad: es una mujer rígida y autoritaria en su vida pública, pero profundamente reprimida y cargada de deseos oscuros en su intimidad. Su sexualidad está marcada por una mezcla de control y sumisión, revelando las cicatrices emocionales de una vida dominada por una madre estrago y una sociedad que impone rígidos roles de género. La relación entre Erika y Walter se convierte en un campo de batalla donde se cruzan la atracción, el deseo y la violencia psicológica. Walter, inicialmente seducido por la imagen de autoridad y misterio de Erika, se ve progresivamente arrastrado a su mundo de fantasías masoquistas y relaciones de poder invertidas. Sin embargo, su incapacidad para comprender y aceptar las complejidades de los deseos de Erika desencadena una espiral de abusos físicos y emocionales. Hablaremos de la sexualidad femenina desde una perspectiva poco convencional y profundamente incómoda, desafiando las normas tradicionales del cine al presentar a una mujer cuya identidad sexual está marcada por el trauma, el auto-castigo y el sadomasoquismo. La Pianista no busca ofrecer respuestas fáciles, sino exponer la tensión entre los deseos reprimidos, el control sobre el propio cuerpo y las dinámicas de poder en las relaciones humanas. La relación entre Erika y Walter es, en última instancia, un reflejo de lo imposible de la relación sexual (la relación sexual no existe). Estamos frente a la imposibilidad de alcanzar una verdadera intimidad cuando los individuos están atrapados por sus propias inseguridades, obsesiones y condicionamientos sociales. Nos vemos en unas horas.
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