El texto de Cristina Jarque titulado: Todo Abel tiene su Caín, explora la violencia familiar a partir de la magnífica película española Te doy mis ojos.
"Hace poco en España escuchamos la terrible noticia
de que una mujer maltratada por su marido había conseguido por fin la orden de
alejamiento. Meses después al marido le diagnosticaron cáncer, la mujer
decidió libremente ir a cuidarlo y el marido la degolló.
Este tipo de noticias
son las que nos confirman lo dicho en este artículo: que en los casos de
violencia amorosa, los dos sujetos están enganchados y para poder salir de ese
bucle pulsional destructivo es necesario lo que nos dice el psicoanálisis; que los sujetos descubran las causas
por las que están en esa relación. Antonio y Pilar (protagonistas de Te doy mis ojos) nos enseñan la importancia de saber las causas pues la violencia es un tema complejo que se vuelve tema tabú
porque de eso no se habla, porque
los trapos sucios se lavan en casa,
porque avergüenza, porque culpabiliza, porque atemoriza y porque hablar de violencia ya es de por sí... violento." Cristina Jarque
Todo Abel tiene su Caín
Por Cristina Jarque[1]
Al revisar los textos freudianos nos encontramos con
diversos desarrollos en torno a la violencia familiar que contrastan con los
desarrollos lacanianos que evocan un más
allá que subyace siempre en todo caso de violencia. En este artículo
intentaré demostrar las relaciones que existen entre la teoría freudiana, la
teoría lacaniana y la violencia. La violencia que abordaré en esta escritura es
la que se gesta al interior de la familia. Con el propósito de citar ciertos
ejemplos que puedan dar cuenta de mis reflexiones, comentaré una viñeta clínica
y citaré una película española titulada Te
doy mis ojos. Tanto la viñeta clínica que comentaré en este artículo, como
la película, ponen de manifiesto muchos aspectos interesantes sobre este tema:
tema complejo, tema complicado, tema tabú
porque de eso no se habla, porque
los trapos sucios se lavan en casa,
porque avergüenza, porque culpabiliza, porque atemoriza… Porque hablar de
violencia, es ya de por sí, violento.
En el diccionario de la Real Academia Española, la violencia
se define como: Uso de la fuerza para
conseguir un fin, especialmente para dominar a alguien o imponer algo[2].
Hoy en día, cuando hablamos de violencia decimos que se
trata de un concepto complejo, puesto que no todo el mundo se posiciona igual
frente a este concepto, es decir, que depende en muchas ocasiones de lo que
llamamos las apreciaciones subjetivas. No obstante, aunque existan estas
apreciaciones subjetivas que pueden ocasionar confusiones o incoherencias a la
hora de precisar si un acto puede ser calificado o no, de violento, lo que sí voy
a puntuar es que existen diferentes tipos de violencia como la violencia física,
la sexual, la económica, la patrimonial, la psíquica y que estos actos de violencia
pueden tener lugar en diferentes lugares como por ejemplo: en la escuela, en el
trabajo, en las instituciones y también en la familia.
Mi propósito en este texto es demostrar la violencia que
daña la dignidad y la integridad psíquica del sujeto, lo que deseo es que
podamos ver a través de mi escritura, las heridas emocionales que tienden a
propagarse a través de los llamados lazos familiares. Para ello, nos
centraremos en escuchar a la violencia misma desde los sujetos concernidos (escucha
que se realiza en el único dispositivo donde puede ser posible darle voz: en el
dispositivo de la clínica psicoanalítica) para que a través de sus historias
podamos dar cuenta de la teoría. Es decir, que mi propuesta y mi apuesta en
esta escritura es demostrar la teoría a través de la clínica. En otras
palabras: que en lugar de ir de la teoría a la clínica, propongo ir de la
clínica a la teoría: que sea la voz de los analizantes quienes den veracidad a
los conceptos teóricos.
Empiezo mi relato clínico con un analizante a quien llamaré
Marcelo. La historia de Marcelo girará en torno a su hermana mayor (a quien
llamaré Soco). En las primeras sesiones Marcelo me dice la frase Todo Abel tiene su Caín. El recorrido
analítico de este sujeto va a estar sostenido en esta primera frase que nos va
a permitir desarrollar el acto violento que da origen a su sufrimiento. Las
asociaciones que hace el analizante durante su análisis van girando en torno a
la historia del relato bíblico donde Caín, preso de celos, mata a su hermano Abel
de una puñalada. Marcelo tiene pesadillas con estas imágenes, pesadillas que lo
persiguen todas las noches como sombras obscuras que no lo dejan pegar ojo.
Alguien viene a apuñalarlo, alguien quiere matarlo, alguien desea su muerte. A
ratos se vuelve francamente paranoico y me dice que incluso hay momentos en los
que tiene que mirar atrás para cerciorarse de que nadie lo sigue. En su
imaginario viene alguien a por él, siempre provisto de un cuchillo, trae en la
espalda la maldición de creer que hay un Caín que desea matarlo. Marcelo nos
dice que él es el hijo preferido, no sólo de la madre, sino también del padre. Soco
la hermana queda de lado, parece que por ser mujer (nadie quiere a una hija
mujer dice Marcelo, son muy liantas). En el recorrido analítico el analizante
podrá descubrir que ha habido una huella importante en su psique alrededor de
la hermana Soco. Hay amor pero también hay odio. La relación entre hermanos es
muy tirante desde el inicio, marcada principalmente por los celos de Soco hacia
su hermano. Estos celos son tan intensos que llegan a tomar dimensiones
verdaderamente destructivas y desastrosas. Los hermanos se confrontan
constantemente, se insultan y recurren al sarcasmo, la burla y la humillación
partiendo básicamente de las ventajas y las desventajas que cada uno percibe en
relación a su género. Tanto para Marcelo como para Soco, comienza lo que
podemos llamar una guerra de género, o en otras palabras lo que ahora se conoce
como la violencia de género. No obstante, esta violencia se da de los dos lados
porque no va únicamente de lo masculino a lo femenino, sino que la crueldad de
Soco está presente constantemente y en este caso en concreto, podemos decir que
es ella, la hermana, la que tiene los arrebatos más crueles hacia el hermano. Lo
interesante de este caso en particular es el destino amoroso de Marcelo pues lo
que trae a análisis a este sujeto son las relaciones amorosas (sumamente
tormentosas) que establece con las mujeres. A lo largo de las sesiones Marcelo
puede ir haciendo la conexión entre la hermana y las mujeres que él elige para
relacionarse en el amor. Queda claro que el patrón escogido es la hermana Soco:
Mujeres que entran en una dinámica de competencia con él donde parece primar el
quién gana entre el hombre y la
mujer. Todas las novias de Marcelo tienden a humillarlo, insultarlo,
provocarlo, torturarlo… Poco a poco él va dándose cuenta de que estas mujeres
son consideradas unos trastos en el
núcleo de sus familias: son hijas problemas, hijas de las que los padres se quejan
amargamente, es decir, en una palabra: Soco.
Cuando Marcelo comprende la necesidad que tiene de hacerse
amar por su hermana algo empieza a cambiar en él pero el bucle pulsional de la
violencia vivida lo mete nuevamente en el mismo camino. El mira las cosas, se
da cuenta, pero no logra cambiar de elección de objeto de amor. La pregunta que
él tiene es sencilla: ¿Puedo llegar a amar a una mujer que no me torture?
La pregunta de Marcelo es muy importante porque es la clave
para poder reflexionar en torno a lo que un psicoanálisis puede lograr y puede
ofrecer a un sujeto. Cabe preguntarse junto con el analizante si es posible un
cambio de posición en el amor, un cambio de elección de objeto de amor. ¿Es
esto posible? ¿Acaso puede cambiar un sujeto que está inmerso en transmisiones
inconscientes donde la violencia y la tortura se confunden con el amor? Es una
apuesta. La apuesta que la clínica psicoanalítica nos muestra y nos demuestra
en el caso por caso. Pero no es algo que se pueda aprender, no es algo que tenga
que ver con una enseñanza en la conducta o la actitud del sujeto. Por ello el
psicoanálisis no es una práctica de la conducta, sino una práctica dirigida al
campo inconsciente, es decir, eso que precisamente no se gobierna a partir de
la enseñanza conductual.
La enseñanza de la película Te doy mis ojos aclara muy bien este punto. ¿Cómo ver la violencia
familiar? Hay quienes lo ven como una enfermedad que habría que extirpar. En la
película que cito, el maltratador intenta curarse de esta enfermedad yendo a una terapia de grupo por métodos conductistas.
Esto no funciona porque lo que se intenta es que el paciente cambie de conducta
sin interrogar las causas. El psicoanálisis apunta precisamente a las causas.
Lo importante es saber qué es lo que produce la violencia, de este modo, la
violencia toma lugar de síntoma y no de enfermedad. Los protagonistas en esta
película son Antonio y Pilar. Antonio es un hombre preso de una ira
incontrolable. La ira lo habita y lo domina hasta el punto de obnubilar su entendimiento.
En la terapia grupal el psicólogo trata de explicarle cómo debe controlar la
ira. Le hace escribir un diario y le dice que cuando sienta la ira debe liberar
su pensamiento y decirse a sí mismo la frase tiempo fuera para evitar golpear a su esposa Pilar. Estos consejos
del psicólogo no ayudan a Antonio porque en realidad lo que se juega en la
historia de él, es una huella psíquica que podemos articular con la frase que
él mismo enuncia en una de las escenas. La frase es: "soy un gilipollas,
soy un fracasado". La escena clave (para reflexionar sobre las causas de
la ira de este hombre) es cuando vienen en el coche después de haber ido a
visitar al hermano de Antonio. Mientras conduce, Antonio empieza a recordar lo
que pasó en la casa del hermano y de pronto golpea el volante del coche, grita
enfurecido porque el hermano se ha burlado de él. Notamos la rivalidad que
existe entre estos dos hermanos porque a uno le va mejor que al otro. Esa
realidad pone a Antonio fuera de sí. Lo que desencadena la ira es la burla del
hermano cuando dice "si, claro,
Toñito el arquitecto con sus grandes ideas". Esta frase trae mucha
carga pues Antonio no ha estudiado, tiene un trabajo mediocre, gana poco
dinero. Estando en la casa del hermano, la esposa de éste, dice que desea
construir una planta más en su casa para poder ver las vistas pero se queja de
que llevaría mucho tiempo y sería muy caro. Entonces Antonio quiere sentirse
útil, quiere ganarse el respeto de la cuñada y del hermano y comenta que quizá
para que no gasten tanto dinero ni tiempo en otra planta podrían construir una
torre. Apenas termina la frase, el hermano empieza a burlarse de él y le suelta
esas palabras: "si, claro, Toñito el
arquitecto con sus grandes ideas". Cuando Antonio repite estas
palabras en el coche voltea a ver a su mujer, ella está en silencio con una
cara llena de miedo y entonces él revienta y le pregunta: "¿Qué piensa Pilar? ¿Qué estás pensando?". Como Pilar no
responde, él se descontrola, para el coche, se abalanza sobre ella como un energúmeno
ante la cara horrorizada tanto de Pilar como del hijo que está en la parte
trasera del coche). Al ver la cara de miedo de su esposa y de su hijo, Antonio
sale del coche y comienza a patear los faros del automóvil hasta hacerlos
pedazos.
La ira surge, fuerte, intensa, sin control. Pero ¿qué la ha
causado? La causa es la burla del hermano que apunta a la herida más sensible
de Antonio: el sentir que es un fracasado. Este sentimiento de ser un fracasado
va a perseguirlo constantemente haciendo que sienta unos celos terribles cuando
Pilar enuncia su deseo de trabajar, su deseo de tener algo para ella fuera de
él. Las historias de violencia familiar son complicadas porque tienden a
colocar etiquetas: por un lado está la víctima, en este caso Pilar, y por el
otro está el verdugo, en este caso Antonio. Pero la clínica psicoanalítica nos
demuestra que las cosas no son tan simples. Pilar tiene un sitio en esta
relación de dos. Hay escenas donde vemos claramente el enganche tanto amoroso
como sexual de la chica por Antonio. La hermana de Pilar, Ana, tiene también su
sitio porque aún cuando trata de ayudar a la hermana, no hay manera. Mientras
la hermana esté enganchada a este amor tormentoso, no hay manera. Es Pilar y
sólo Pilar quien tiene que lograr salir de este enganche. La escena del
cementerio nos ayuda a encontrar la repetición familiar: están las tres mujeres
(la madre y las dos hijas) en el cementerio llevando flores al padre y la madre
comenta cuánto ha amado a su marido. Entonces Pilar explota recordándole toda
la violencia que esa madre aguantó. La madre dice que aguantó por ellas pero
Pilar no lo acepta. Le dice a la madre que no es así, que no aguantó por sus
hijas sino por ella misma. Que es lo que ella (la madre) quería. Ante esta
respuesta la madre dice: "es lo mejor
que yo supe hacer, espero que tú sepas hacerlo mejor que yo". Todo
indica que esta frase de la madre es lo que permite que Pilar vea de manera más
profunda la repetición en la que está cayendo.
En el malestar de la cultura Freud se pregunta sobre la
violencia y señala:
"… el ser humano
no es un ser manso, amable, a lo sumo capaz de defenderse si lo atacan, sino
que es lícito atribuir a su dotación pulsional una buena cuota de agresividad.
En consecuencia, el prójimo no es solamente un posible auxiliar y objeto sexual
sino una tentación para satisfacer en él la agresión, explotar su fuerza de
trabajo sin resarcirlo, usarlo sexualmente sin su consentimiento, desposeerlo
de su patrimonio, humillarlo, infligirle dolores, martirizarlo y asesinarlo"
[3]
Cuando Lacan teoriza sobre la violencia lo hace evocando
siempre ese más allá que apunta al enigma de lo femenino, enigma que convierte
lo femenino en algo insoportable, de allí el surgimiento de la agresividad que
se convierte en una violencia por el temor hacia lo desconocido.
Para concluir diré que hace poco en España escuchamos la
terrible noticia de que una mujer maltratada por su marido había conseguido por
fin la orden de alejamiento. Meses después al marido le diagnosticaron cáncer y
la mujer decidió libremente ir a cuidarlo y el marido la degolló. Este tipo de
noticias son las que nos confirman lo dicho en este artículo: que en los casos
de violencia amorosa, los dos sujetos están enganchados y para poder salir de
ese bucle pulsional destructivo es necesario que los sujetos descubran las
causas por las que están en esa relación. El psicoanálisis logra echar luz a
esas causas tal y como lo puede corroborar Marcelo, quien con el tiempo logró
desengancharse y encontrar la manera de construir su deseo en torno a un objeto
de amor diferente a Socorro.
[1] Psicoanalista en Toledo,
fundadora de Lapsus de Toledo sedes en España, México y Perú. Miembro de la
Mesa Directiva (Bureau) de la
Fundación Europea para el Psicoanálisis (FEP), presidenta de la coordinacíón
general de los libros de la Colección de Psicoanálisis Lapsus de Toledo,
creadora de la iniciativa de los Monólogos Femeninos, autora de la novela Burbuja de Amor, coautora de La Madre Estrago traducida al francés
como La Mère Ravage, y de varios
artículos y libros publicados en España y en el extranjero.
[2] Gran Diccionario de la
Lengua Española, 2016, Larousse Edit. S. L.
[3] Freud, Sigmund. El
Malestar en la Cultura. Ed. Amorrortu. Buenos Aires. 1975. p. 108
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