Por Lola Burgos
Lacan en
1967 dice una de sus frases impactantes y paradójicas: “el loco es el verdadero
hombre libre”. ¿Libre de qué? nos
preguntamos. Lacan mismo lo explica, y dice que el loco es el que está libre
del Otro, tanto en mayúsculas como en minúsculas porque no tiene nada que
pedirle. Para
mostrar lo complicado y para implicar al discurso psicoanalítico en las vidas
de Juana y Teresa como vidas regidas por la pasión sin límites, me apoyo en los
orígnes conceptuales de esta frase impactante de Lacan y en las dos operaciones lógicas que utiliza él
mismo para la concepción del sujeto: la alienación y la separación. Ya en 1946
en “Acerca de la causalidad psíquica”, Lacan afirma: "Lejos pues, de ser la locura para
el hombre el hecho contingente de las fragilidades de su organismo, es la
permanente virtualidad de una grieta abierta en su esencia. Lejos de ser (la
locura)"un insulto" para la libertad, es su más fiel compañera: sigue
como una sombra su movimiento. Y el ser del hombre no sólo no se puede
comprender sin la locura, sino que ni aun sería el ser del hombre sino llevara
en sí la locura como límite de su libertad"
Pero es en
1967, cuando en una conferencia que dirige a los psiquiatras en el Hospital de
Saint Anne, Lacan expresa:
“Bueno entonces, para explicarles las cosas simplemente, hay hombres
libres y
como lo dije desde siempre, porque lo escribí en el Congreso de Bonneval, los hombres libres, los verdaderos, son precisamente los locos. No hay demanda de objeto a porque él (el loco) lo tiene. Por ejemplo es lo que él llama sus voces. Y por lo cual ustedes están angustiados en su presencia y con toda razón, porque el loco es el hombre libre”.
como lo dije desde siempre, porque lo escribí en el Congreso de Bonneval, los hombres libres, los verdaderos, son precisamente los locos. No hay demanda de objeto a porque él (el loco) lo tiene. Por ejemplo es lo que él llama sus voces. Y por lo cual ustedes están angustiados en su presencia y con toda razón, porque el loco es el hombre libre”.
1967
es también el año en que Lacan se dirigía a elaborar la teoría de sus cuatro
discursos, y fue cuando definió al discurso como lazo social. El loco es libre porque no
tiene ataduras, no hace lazo social, no tiene el vínculo(libidinal, que diría
Freud) con los otros semejantes ni con el
mundo exterior, también entendido el Otro como el Otro simbólico, de ahí que
haya forclusión del nombre del padre, es decir que falte la ley del
significante que hace corte entre lo exterior al sujeto y lo interior del sujeto. Podemos decir que en el loco, el otro-Otro no existe para
él. Pero el loco no está libre, ni mucho menos, de su mundo interior, de su
Ello y de su Superyo, utilizando terminología freudiana, no está libre de su
inconsciente, en tanto este inconsciente lo define Lacan como éxtimo, es decir,
en tanto vivenciado como ajeno, exterior, pero a la vez algo que es íntimo del
sujeto, algo que podemos llamar también en términos de Lacan, el goce Otro, esa
pulsión de muerte que anida dentro del sujeto que al ser vivida como ajena es
incontrolable. Y fijense que es este goce otro, esta extimidad, lo que irrumpe, lo que sale al exterior para
el loco, al lugar que está vacío y que tenía que estar ocupado por los otros o
por el Otro simbólico, y que es vivido por el sujeto loco como alucinaciones o
como delirios sin estructurar.
ALIENACIóN-SEPARACIóN
Unos años antes, en 1964, en el Seminario XI, titulado “Los
cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis”, se hacía referencia a la alienación y la separación.
Lacan crea dos operaciones
lógicas en la concepción del sujeto, alienación y separación, que se distinguen
netamente de las nociones homónimas de Hegel y Marx, y de las concepciones
freudianas. Ambas sirven para erradicar del psicoanálisis la ideología de la
dependencia y la libertad. La alienación consiste en una disyunción lógica distinta
del ‘o’ excluyente y del ‘o’ inclusivo.
La separación sirve para teorizar cómo el encuentro con la falta del Otro
rescata al sujeto del efecto letal de la articulación significante.
Lacan avanza los efectos de la falta en el
orden simbólico y nos dice que la falta no está solamente del lado del sujeto,
sino que también está del lado del Otro. La alienación se refiere al efecto que
tiene el lenguaje, el discurso, en el que nace cada sujeto, esto es, a parte de
otorgarle la posibilidad de vivir como ser hablante, va a haber significantes en
ese discurso que marcan al sujeto y que le van a determinar en su destino. Y
estos significantes muchas veces producen efectos mortíferos, del lado del
sufrimiento, del lado de la pérdida.
Esto
lo ejemplifica Lacan, de una manera más clara, a través de la operación lógica
de un tipo de disyunción, llamada alienante:
“La bolsa o la vida”
En este caso, si se elige la bolsa, se pierden
la vida y la bolsa, y si se elige la vida, ella será sin la bolsa y la
subsistencia quedará connotada por la pérdida y la miseria.
Pero
no solamente hay incidencia del Otro sobre el sujeto, porque también del lado
del sujeto hay respuesta, y esta respuesta vendrá a producirse cuando el Otro
revela inevitablemente su falta. Entonces aparece la separación como liberación
de esa captura del sujeto por el Lenguaje. Pero esta liberación no se entiende
como “libre albedrío”, como posibilidad de hacer cualquier cosa, sino será un
poder hacerse un lugar diferente al marcado por nuestro origen, o un poder
cambiar esos significantes que destruyen por otros que salven.Como dice Octavio
Paz solamente hay libertad bajo palabra.
La
separación no se realiza de una vez y para siempre porque, en términos
estructurales, el sujeto está siempre enganchado en y por la dialéctica de la
alienación y la separación.
DOS PERSONAJES, ¿Apasionadas sin límite?
Juana
de Castilla nos sugiere un ejemplo de un sujeto en el que fallan los intentos
de anudamiento y se ve abocada a una pasión sin límites;
Teresa de Avila nos ilustra de cómo un
sujeto se pone a trabajar localizando los resquicios en su contexto vital para
poder (“elegir” dónde anudarse) alojar su pasión y hacerse un nombre propio, un
estilo propio.
Vamos
a ver lo que de común y de diferente presentan estas dos mujeres bajo este
prisma. Hay algo que las entronca ambas y es que se muestran apasionadas en sus
vidas, digo apasionadas con los matices
de deseo y apetito, fuerza y vehemencia,
en los que el aspecto corporal está muy implicado. En Juana en la relación
sexual con su esposo, y en Teresa en la evidente raiz corporal de su escritura
mística y de su espiritualidad.
Escojo
cuatro elementos (vectores) a partir de los cuales comparar y dar muestra de
cómo se articulan en la vida de ambas y como la falta, sobre todo de uno de
ellos, marca la diferencia capital entre estas dos mujeres a la hora de ser
poseidas por la pasión.
Estos vectores son:
-La cuna familiar
-La rigidez social a la que se enfrentan
y el choque subjetivo que padecen.
-La fortaleza física y psíquica.
-Los lazos o nudos que no sostienen a
Juana y sí sostienen a Teresa.
JUANA DE
CASTILLA
Es uno de los personajes más
patéticos de nuestra historia, empezó siendo Juana la desventurada, para su
marido Juana la terrible, para acabar siendo para el pueblo Juana la Loca.
1.- Cuna
familiar:
Juana de Castilla era culta porque
su madre lo fue: Isabel la Católica disponía de una excelente biblioteca, desde
autores antiguos, hasta de su época, Boccaccio y Juan de Mena. Poseyó gran
colección de arte, sobre todo pintura flamenca, y fue protectora de humanistas
italianos.
Las semejanzas entre su abuela,
Isabel de Portugal, y Juana fueron palpables: ambas enviudaron jóvenes,
encerradas por enajenación mental durante casi medio siglo en lugares apartados
del reino, una en Arévalo y la otra en Tordesillas.
Los celos de su madre, la reina
católica, con respecto al mujeriego de Fernando el católico, que le hacía
perder la compostura cuando descubría una infidelidad de su marido, hizo a la reina rodearse de “mujeres viejas”,
cosa que Juana repitió, incluso después
de muerto Felipe el Hermoso.
2.-Rigidez
social y choque subjetivo:
Por ser Dama, su vida estaba
planificada al milímetro, estaba coartadísima en su libertad de acción.
Juana de Castilla llega a un
territorio exactamente opuesto a Castilla. Los Paises Bajos son territorios con
lenguas distintas, alta densidad de población, toda la tierra cultivada, las
nubes y la lluvia son constantes. Costumbres de un pueblo habituado a buenas
comidas, libertad en las relaciones amorosas, corte lujosa, exuberante,
complicado ceremonial palatino.... todo en contraposición a la austeridad
castellana.
Cuando se encuentran Juana y Felipe
se produce la inesperado, el golpe de la pasión, la furia incontenible del
sexo. Pasión que acabará dominándola, pero que fue el primer asidero al que se
agarró Juana para calmar sus angustias y su soledad. Felipe, al cabo alarmado y
debido a que, de acuerdo a la laxa moral de su Corte, no escondía sus
relaciones con otras mujeres, desató en
Juana la violencia de los celos.
3.-Fortaleza
física:
De la misma manera que podemos dudar
de la fortaleza psíquica de Juana, no
hay dudas sobre su fortaleza física, sobre todo a la hora del parto: tuvo a su
primera hija Leonor sin complicaciones, y más asombroso fue el parto del futuro
Carlos V, durante una fiesta en el castillo de Gante, porque apenas si le dio
tiempo a retirarse de ésta. Tuvo 6 hijos, y todos reinaron en Europa.
Nació
en1479 y murió en 1555; por tanto vivió 76 años, de los cuales pasó 46
encerrada.
4.- Lazos
que no la sostienen:
-Esposo:
Cuando se convierte en única
heredera del trono, Juana hace a Felipe uno de los hombres más poderosos de su
tiempo. En ese momento Felipe se acerca a ella y como efecto nace su cuarto
hijo Fernando. Pero realmente Felipe se va a su tierra dejándola embarazada. De
este modo y por primera vez en su matrimonio, Juana se vio apartada durante
mucho tiempo de su esposo, entrando en una de su fases más depresivas. Cuando
muere Isabel la Católica, ya son reyes de Castilla, se produce otro
acercamiento, y nace María. Pero al poco tiempo Felipe vuelve a sus relaciones con
otras mujeres y Juana entra en el infierno de los celos.
-Padre:
Apenas hay cercanía paterno-filial
entre ellos. Cuando Juana y Felipe son reyes de Castilla, empieza la lucha de
poder entre Fernando y Felipe. Pero Felipe muere y ahí Juana enloquece de
veras. Su padre la encierra en Tordesillas. Se sabe, por cartas del carcelero
de Juana a Fernando el Católico, que Juana se quejaba del trato que había
recibido de su padre, cosa que ella no esperaba. Juana no estaba entonces ni
tan loca ni tan conforme con su retiro del mundo: hubiera querido ser reina de
Castilla, ayudada por su padre, y además eso le hubiera supuesto recuperar a
todos sus hijos. ya que la única que tenía con ella era la pequeña, Catalina.
-Comuneros:
La revuelta de los Comuneros
representa la última oportunidad de que Juana recupere su libertad. Ellos se
apoyan en ella contra su hijo Carlos; los signos de mejoría eran evidentes, en
el vestir, en el salir del encierro, pero hubiera necesitado más tiempo para
decidirse a gobernar y ratificar a los comuneros.
-Hijos:
A
sus tres hijos mayores, los deja de pequeños en la corte borgoñona, y nos los
vuelve a ver hasta que llega Carlos a la edad de 16 años para hacerse cargo del
trono. De Fernando la separan, para ser educado como futuro rey, y solo queda
con la pequeña Catalina.
Su
prolongado cautiverio duró todo el reinado de Carlos V, y no por una
coincidencia, sino
porque su muerte fue como la señal esperada por
el Emperador para proceder a su abdicación, como si considerara que había dado
fin a aquella extraña situación por la que madre e hijo habían compartido el
título regio durante tanto tiempo.
Cristina Jarque en el libro “Cuatro
mujeres, cuatro pasiones” señala: “El amor tiene que ver con el narcisismo, es
decir, con la imagen que se tiene de sí mismo con que el otro nos reviste y nos
viste. Cuando nos despojan de ella, ¿qué nos deja? Algo queda suelto. Algo que
es importante reconstruir supliendo lo que no hay. A veces puede reconstruirse,
pero a veces no se puede. Con Juana observamos un amor loco. El goce femenino
aparece en todo su esplendor. Ese goce que duele pero que exalta, que se excede, que no tiene
tope ni límite. Como si la experiencia mística de arrebato la viviera Juana a
partir de su amado Felipe.
TERESA DE
AVILA
Hay numerosas versiones de esta
mujer, pero principalmente dos: Teresa Sánchez de Cepeda y Ahumada, una
escritora, fundadora, mujer de mundo y Teresa de Jesús, una espiritual, una
mística.
1.-Cuna
familiar:
Su padre, Alonso, se casa en
segundas nupcias con Beatriz de Ahumada, madre de Teresa, con la que tiene 10
hijos. De su madre, Teresa recibe dos cosas: su no interés por el matrimonio(su
madre muere con 32 años después de parir
10 hijos, quebrantada, y plena de enfermedades) y la lectura, a escondidas de
su padre, de libros de caballería.
Cuando muere su madre, Teresa cuenta
con 13 años, su padre la lleva durante año y medio al convento de carmelitas de
la Encarnación, y al conocer la vida conventual se encuentra en la disyuntiva
de que no desea ser monja, pero también teme casarse. Ella sabe bien que el matrimonio
no significa amor, y se ve a sí misma destinada al amor: es apasionada, de gran
sensibilidad, culta y repleta la cabeza de relatos y aventuras caballerescas.
2.-Rigidez
social y choque subjetivo:
Teresa era descendiente de judíos
conversos. Su abuelo, viviendo en Toledo, fue acusado de judaizar y paseado con
el sambenito. Al poco tiempo compró un certificada de limpieza de sangre y se
fue con su familia a Avila. Nunca en ningún momento ni en ningún país, contaron
tanto las apariencias como en los Siglos de Oro españoles. A parte de la
Inquisición con su red de delatores, estaba la honra y vivir como un hidalgo (
no trabajar, exhibir buenos caballos, emparentar con rancias familias), cosa
que el padre de Teresa hacía, donde la percepción viene de los demás, no es
algo que parta de interior al exterior, sino que viene de fuera, transmitido
por la vía del qué dirán.
Por otra parte, la disyuntiva entre
el matrimonio y el convento, hace enfermar a Teresa y su padre la envía con una
hermana suya recién casada y con un tío fraile con el que por curiosidad
empieza a leer libros espirituales, que producen en Teresa una forma de lectura
que exige más atención, exigencia y concentración. Entre estos dos tipos de
vida, prefiere la de su tío aunque no la deseé.
Decide ingresar en el convento, su
padre no quiere, pero ella huye. Teresa sabe que si algo ve claro, por mucho
miedo que dé llevarlo a cabo, debe realizarlo porque sabe que una vez dado el
paso el beneficio suele ser del orden del crecimiento.
Los efectos que tiene en ella las
lecturas de meditación le lleva a la siguiente conclusión: frente a la honra de
la limpieza de sangre, la honra verdadera de la limpieza de conciencia, de
vivir acorde con su deseo.
3.-Fortaleza
psíquica:
Nació en1515 y murió en1582,; aunque
vivió 67 años, padeció muchas enfermedades a lo largo de su vida, como si el
inicio de su vida conventual, toda la violencia que debió ejercer contra su
naturaleza, nada inclinada al retiro y al aislamiento, le pasara factura. La
crisis más grave fue cuando tenía 24 años, que la deja aparentemente muerta durante
4 días. Sólo su padre mantiene la confianza y no la entierra. Según sus
escritos, Teresa se fuerza a sí misma, sometiendo su rechazo al aislamiento del
convento, y obligándose a vencer el
dolor y la enfermedad con una energía (deseo) que le permitía hacer su trabajo,
que era viajar, fundar, actividades que suponían relaciones a todos los niveles
con los otros.
4.- Lazos
que sí la sostienen:
-Padre:
Parece que tuvo un vínculo especial
con su padre, costeó su educación en el convento, estuvo cuidándola en sus
primeras enfermedades, tanto así que fue él único que no aceptó su supuesta muerte cuando tenía 24 años y dijo
“Esta hija no es para enterrar”.
-Varones
letrados:
Si Teresa de Jesús es una figura de
alcance universal lo es como escritora y como escritora mística. El género que
elige es el autobiográfico. La autobiografía era un género masculino por
definición, por cuanto transmitía autoridad y saber, tradicionales prerrogativas
del hombre. Apartadas de la transmisión de la cultura escrita, las mujeres
además de casarse, podían ser beatas, brujas, monjas, pero no escritoras. Por
tanto, los varones letrados no las tomaban en serio. Pero Teresa necesitaba que
se la tomara en serio.
La ortodoxia de sus experiencias y
escritos fue una de sus mayores y constantes preocupaciones. La lista de
sesudos varones a los que participa su vida espiritual es inacabable. Lo que
Teresa busca en ellos es la aprobación.
Estamos en una época en que por una
parte, los libros de autores espirituales eran casi “best-sellers” por el
ambiente de reforma dentro de la propia Iglesia y se prodigaba vivir la
religiosidad como una experiencia íntima, y por otra parte la Inquisición y la
Contrarreforma representada por el Concilio de Trento que propugnaban el vivir dentro de la ortodoxia de la Iglesia.
-Amigos:
García de Toledo, fue uno de sus
primeros confesores, Jerónimo Gracián, visitador carmelita descalzo, Juan de la
Cruz, Dña Guiomar de Ulloa, Dña Luisa de la Cerda, de la casa de Medinaceli,...y
un largo etcétera.
Muchos de estos grupos dedicados a
la meditación son judíos conversos, como Teresa, pero también hay sectores
amplios de la alta nobleza. Ahora, mirando hacia atrás, se ve que los límites entre
ortodoxia y heterodoxia resultan evanescentes y la inclusión en uno u otro de
los grupos era más bien azarosa. Uno de los golpes de efecto que llevó a cabo la Inquisición de más graves consecuencias fue el de la
publicación de un índice de libros prohibidos, Indice Expurgatorio de Valdés.
La reacción de Teresa es característica: puesto que ya no tendrá libros que
dirigían su experiencia personal, se acogerá sin más a esa experiencia.
Cuando muere, Teresa da gracias a
Dios por haberla dejado morir dentro de la Iglesia. Ese fue su temor: ser
expulsada como otros que se habían movido por su mismo impulso y que habían
sido condenados, en una palabra, su mayor temor habría sido el haber sido
tachada de hereje o loca.
A modo de colofón, traigo a colación
las palabras de Cristina Jarque sobre Teresa de Avila en “Cuatro mujeres,
cuatro pasiones”: “ El goce concierne siempre al saber inconsciente...En el
sujeto del inconsciente, el goce concierne al falo, pero también existe otro
goce, ese goce del que nos da cuenta Teresa de Avila, un goce femenino, místico
que no concierne al falo y que va más allá. Saber que existe ese goce que no
busca el placer sino ese más allá nos permite comprender...un goce donde hay
una infinitud no limitada por el goce fálico sino por la muerte.”
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