Pasiones desenfrenadas. Encadenamiento y desencadenamiento en Freud


Por Claus-Dieter Rath
Miembro de Honor de la Asociación Lapsus de Toledo
En la Fundación Europea para el Psicoanálisis tratamos con el lenguaje freudiano, el lenguaje lacaniano y algunos otros; a la vez que con las lenguas de las regiones de Europa, las cuales por su parte implican cada una una lalangue. (Como lengua vehicular, lengua franca, utilizamos mayormente el francés.)
Esto es a menudo muy laborioso, pero puede aclarar algunas cosas.
Encadenamiento y desencadenamiento en Freud -esto significa en primera instancia: en la lengua alemana.
Anudamientos, Encadenamientos 
El título en español es pasiones desenfrenadas- sin riendas, desbocadas, desatadas, impetuosas.
El “frenador“es el Auriga (cochero) y esto evoca la comparación que hace Freud de la relación entre el Ello y el Yo como la que existe entre caballo y jinete (El Yo y el Ello, Cap. II, OC XIII, p.253).
Y el título en francés es pasiones desencadenadas (passions déchainées). Desatadas, desanudadas,  fuera de quicio, frenéticas,...lo que lleva a preguntarse inmediatamente, de qué cadenas se trata.
En alemán las pasiones no son liberadas de cadenas sino de ataduras. Son entonces “desatadas”.

Pasivo y activo
Como es sabido, existe la pasión pasiva y la activa.
-La pasiva corresponde al antiguo significado de la palabra: del Latín pati, “soportar”, “padecer”; passio, “el sufrir”. Describe un estado de sufrimiento. En el Latín ordinario, passio  significaba enfermedad y el sufrimiento de Cristo, es decir, el Via Crucis, el empleo de “instrumentos de Pasión” contra él como el hombre del dolor.
-Como activa la pasión vendría a ser emoción fogosa, afecto tormentoso y acción fervorosa. Es la pasión del amor, del deseo, de los celos hasta el punto del crimen pasional. En alemán eso se llama Afekkttat.[1]
Freud utiliza (en alemán) la palabra “pasión” sólo referida a la historia de la Pasión, el Calvario, en “El hombre de los Lobos” (OC, XII, p. 92) y en “Moisés ” (OC, XVI, p.193). Para la pasión activa, vale decir, el deseo etc., el alemán cuenta con una palabra propia, a saber: Leidenschaft (desde el año 1650 apróx.).  Nuestro sentido del idioma ignora que en la palabra Leidenschaft está escrito “Leid” = el mal y “Leiden”= el sufrir, o lo percibe simplemente como cuerpo ajeno rehusándose al reconocimiento del nexo mal-placer (Lust). Esto recuerda al sentimiento de vergüenza ante el fantasma sexual de “Pegan a un niño” (Freud, 1919, OC XII, p. 197).
La gracia de Schleiermacher combina ambos términos: “Eifersucht (los celos) son una Leidenschaft (pasión) que con Eifer sucht (celo busca) lo que Leiden schafft (hace padecer)” (Mencionado por Freud en: El Chiste, Cap.II, OC VIII, p. 35).
El filólogo Erich Auerbach (p. 164) explica la tensión de passio entre el sufrimiento de Cristo y prácticas de amor pacaminosas del siguiente modo: en el siglo XVII desaparece la significación de passion como enfermedad y es ennoblecida en la lengua de los hombres cultos. La enfermedad física, deshonrosa, debe desaparecer ante los excelsos movimientos del alma (p. 175). Como aparece en la mística de La Pasión, passio entendida como pasión (Leidenschaft), profundiza el sufrir en dirección rapto y arrebatamiento (p. 170).
“En los textos míticos hay una aproximación a ´Leiden´ y ´Leidenschaft´, passio y fervor, que aspira al vínculo de desiderium et gloria passionis”. Contrariamente a todas las concepciones antiguas, pero sobre todo a las estoicas, la passio será ponderada y  ansiada. (La vida y estigmatización de San Francisco de Asís materializa en concreto la unificación de la pasión y el dolor, el mítico salto de uno al otro).
La pasión del amor conduce sufriente al excessus mentis  y a la unificación con Cristo; quien no tiene passio, no tiene piedad (...).” (p. 168f.)
En el siglo XVII (Descartes 1596-1650) la pasión será gradualmente ´psiquisada` y clasificada. En el siglo XIX desempeñará un papel muy importante en la psiquiatría –sobre todo francesa- con Clérambault.
Lust-goce
El concepto freudiano de Lust (Lust que no se deja reducir a placer y que también comprende deseo ´Lust auf = ganas de’) contiene en sí la relación entre ´Leiden´ y ´Leidenschaft`, passio y fervor, cuando habla del masoquista, “cuyo único Lust es el padecer de todas las torturas y humillaciones propiciadas por su objeto de amor, tanto de manera simbólica como real” (Freud, Conferencia XX, OC XI, p. 316), la misma fusión se encuentra especialmente en el concepto de goce para Lacan. En la metapsicología, la pasión-Leidenschaft concierne a algunos aspectos de la relación del Yo y el Super-Yo.
La pasión no es placer. No se contenta a sí misma, no está satisfecha tan fácilmente. Es provocativa, insaciable: siempre más! El apasionado se deja llevar. Tiene que ir hasta el final. Es consumido por algo y se deja consumir. Es un fenómeno totalitario: todos tienen que contribuir, no hay límites, no queda resto.
El Apasionado/Leidenschaftliche está dispuesto a pagar un precio muy alto para la realización de su visión.
A diferencia del escéptico demuestra entrega y cosecha por ello muchas veces reconocimiento, hasta encuentra seguidores. Un líder puede animar a las masas y despertar su pasión por la Cosa. La condición para ello es que su idealización en algun punto se toque con el ideal general de la cultura.
Dos pasiones. Afecto
Las lenguas romanas diferencian entre pasional y apasionado, según la magnitud del fervor y de la “pérdida de cabeza”.
1-El adjetivo pasional describe algo patológico: el crimen pasional es un término jurídico relevante, el delirio pasional es la Erotomanía (delirio amoroso).
2-“Apasionado” se dice al respecto del amante fogoso y de las relaciones amorosas temperamentales; pero difiere del “yo te amo, yo te mato”. Apasionado es el celoso, también el fanático. Aquí en España se puede recordar a La Pasionaria, cuyo nombre de pila era Dolores.
Pensemos en las diversas formas de afán en el trabajo y en la queja ampliamente extendida del “stress”. Y en la pasión en el ámbito deportivo.
A diferencia del pasional, el apasionado no destruirá su objeto idealizado a pesar de su celo.
Una amante puede exhortar a su compañero: “No puede ser un poco más apasionado?” Eso no tiene que ver con su técnica, sino con su goce: él debería demostrar más placer, placer que con ella –como su objeto ideal- puede obtener. (A diferencia del que disfruta en silencio).
3- Un tercer modo de la pasión es la sublimada. Se modifica la meta de la pulsión, esto es, el deseo debería ser realizado a través de otra acción.
En este sentido el objeto no ha sido encarnado. El apasionado–el jugador de ajedrez apasionado, el coleccionista de arte- aquí tampoco se deja arrancar de su ideal, imagen de su objeto completo. Esta forma de pasión como pasión por los libros, experimenta valorizaciones éticas; se despega, gratificante, del estancamiento y el aburrimiento.
Su forma más inofensiva – a menudo también costosa- es el Hobby.
4- El comentario irónico de Freud en 1933 a razón de la quema de libros de los nazis en las universidades alemanas alude a la pasión con objeto desplazado:
„Qué adelantos estamos haciendo! En la Edad Media me hubieran quemado a mí, hoy se conforman con quemar mis libros.” (Jones, Tomo 3, p. 218)
La observación se refiere al Auto de fe, cuyo escenario fue también Toledo alrededor del año 1500. Freud todavía no sabía lo que, como resultado de la mezcla del odio desatado, la codicia, la avidez de asesinar masas y el gélido proceder de un Eichmann, se realizaría algunos años más tarde bajo el régimen nazi.
Uniones y desuniones[2]
La impasibilidad se opone a la pasión. Sin embargo no todo afecto es de inmediato una pasión; pensemos en el más importante: la angustia.
En aquellos que son conmovidos por la pasión, la vía de exitación se abre camino al máximo. Los límites son derribados, los diques desbordados, los caminos de satisfacción artística ya establecidos son dejados de lado en favor de los antiguos poderosos primados.
Así pues: La pasión, ya sea embridada o no, siempre está sujeta a algo. No es una pulsión y mucho menos un instinto, sino que está ligada a una imagen, sin la cual no pasa nada.
La moción pulsional se desprende de las ataduras del proceso secundario, es decir, rompe “una inhibición de la tendencia a la descarga de las representaciones investidas.”
Y sin embargo hay que decirlo: las pasiones desencadenadas no existen! Porque la pasión como moción pulsional está constitutivamente ceñida por dos tipos de cadenas: por un lado el encadenamiento de los significantes y la represión en torno a ellos, por el otro la opresión y modelado de determinadas formas de expresión de la moción pulsional, reprimida o no.
El Inconsciente no es naturaleza pura. Cuando la represión no permite la “traducción en palabras” de una representación rechazada (El Inconsciente, OC X, p. 100), no se trata de pulsión “pura”, sino de la representación de actos psíquicos, que tienen que ver con el fantasma. Al igual que en el trauma, se trata de dolor sexualizado, tormento, experiencias de sufrimiento y angustia.
Allí donde la transferencia llega a ser apasionada, ya no interesa el encadenamiento de los propios significantes, las cadenas asociativas, sino la seducción de la persona del analista (quien se encuentra atado a su lugar) y desatar el propio fantasma. La pasión del no-querer-saber (pasión de la ignorancia) que allí opera, oculta la castración y la castración del gran Otro.
Nicolle Kress-Rosen en su libro Tres figuras de una pasión representa en Freud, Jung y Spielrein las tres figuras entrelazadas de la pasión.
Luego de que el Yo freudiano, más específicamente el acto de pensamiento, ha dado la señal para la acción motora, del mismo modo que el jinete da rienda suelta a su caballo, la siguiente pregunta es en qué formas, en qué objetos y con qué fin ocurre esto.
Nuestras culturas han modelado las formas correspondientes. Esta dimensión desempeña un papel muy importante en las teorías de la civilización; pienso en los trabajos de 1939 Sobre el proceso de la civilización del sociólogo Norbert Elias, orientado en el pensamiento de Freud.
Dichas formas nos conciernen también en el área política, donde ciertas pasiones son encendidas y conducidas por construcciones causales fantasmáticas: escándalo, indignación por algo malo, un inconveniente, una imposibilidad, un grito; la encarnación de un enemigo, la convocatoria, traer víctimas a la patria o a la libertad...
A éstas se agregan tentaciones:
-Sexualización del “yo sufro, todos sufren”,
-Una figura fascinante (el Redentor o el Maleante),
-Equivalentes de un redentor: técnicas, aparatos, rituales, técnicas de vida, mitos...
En su representación del proceso pulsional en el aparato psíquico, Freud opone la acción específica al afecto. Este último es un camino sustitutivo y tiene una función retórica importante cuando el niño no puede alcanzar la acción específica: el llamado del (benéfico) Otro.
Para Freud “esta vía de descarga” cobra así:
“la función secundaria, importante en extremo del entendimiento (Verständigung: o comunicación), y el inicial desvalimiento del ser humano es la fuente primordial de todos los motivos morales” (Freud, OC , pp. 362-363).
Su Majestad el bebé sufre y me interpela. En el compadecer, en la compasión, la passio pasiva se convierte en objeto de una actividad.
Pasiones y pulsión parcial
Todas las actividades pulsionales están sujetas a múltiples posibilidades de inversión: activo-pasivo, aceptar-rechazar, introducir-expulsar, conservar-destruir. Cada una de las formas de erotización puede expresarse como manía/adicción o –por los caminos de la formación reactiva- evitación o asco.
Lacan ha ampliado las diferenciaciones de la pulsión oral de Freud y Abraham, en torno a un ofrecerse activo (análogo a la pulsión escópica: hacerse ver): comer, ser comido, hacerse comer por los otros; hacerse alimentar-dejarse alimentar; alimentar a los otros, hacerse succionar (vampirismo); es decir que la referencia al Otro se amplía en torno a rasgos masoquistas.
En Tres Ensayos de una Teoría Sexual Freud escribe:
„Muchas de mis pacientes con transtornos alimenticios, globus hystericus, estrangulamiento de la garganta y vómitos, fueron en sus años infantiles enérgicas chupeteadoras.”(Freud, OC VII, p.165)
Ello podría tomarse como una manifestación de pasión reprimida, que de no estarlo conduciría a que “tales niños, llegados a adultos, serán grandes gustadores del beso, se inclinarán a besos perversos o, si son hombres, tendrán una potente motivación instrínseca para beber y fumar” (Freud, OC VII, p.165).
Para que algo llegue a ser pasión, tiene que  haber un objeto encarnado.
Uno de los lados sociales de la pulsión oral es la envidia oral, en la que Lacan localiza la agresividad originaria: San Agustín “conocí bien a un pequeñuelo presa de los celos. No hablaba todavía y ya contemplaba, todo pálido y con una mirada envenenada, a su hermano de leche” (Lacan, La Agresividad en Psicoanálisis, Escritos I, 1966, p. 119).
A la zona anal conciernen los parámetros de limpieza y orden, del don y el sacrificio, de “suciedad, purificación y catarsis” con el ideal de la perfección, la totalidad (como la colección de un coleccionista apasionado) la pureza y la pulcritud.
Fort-Da
El acto apasionado no es la acción específica como tal, como tampoco la apelación indefensa a los otros. Es más bien un peculiar engrandecimiento del Otro (como objeto de amor y de odio). Es lo que se puede admirar y honrar.
En general la pasión tiene algo que ver con el “uno”, que puede producirse sobre el objeto de la pasión (debería poderse).
El Otro encarnado también puede ser un símbolo o una fórmula, o bien un dispositivo liberador[3] como el juego del Fort-Da, incluso puede ser facilitado por una máquina como los gadgets (Móbil, Tablets, Podcast), hoy en día compañeros fieles de muchos hombres, que no despegan ni un segundo la mirada de la mano y que jamás los pierden de vista. Pequeñas máquinas omnipresentes contra posibles pérdidas.
Cultura y pasión
La Pasión y la pasión (Leidenschaft) están ligadas a una ética cultural. Los cristianos han de empeñarse en la imitación de Cristo, es decir en el legado de Jesús. Ello ubica al pintor de la Baja Edad Media frente a la tarea de tener que conciliar la expresión del Jesús todopoderoso con la del Jesús-víctima (redentor sufriente en las escenas de La Pasión); observesé los trabajos del historiador del arte Moshe Barasch.
Este imperativo – poderoso factor de constitución de masas, de comunidades- repercute no sólo en los miembros de la comuna cristiana.
Es un micro elemento de la religión que crea sentido, aquel sentido que Lacan en 1974 en La Troisième designó como desafío para la subsistencia del psicoanálisis. (Roma 1974). O sea, una estabilización del goce en el síntoma.
Estudios como los trabajos del historiador Theodore Zeldin otorgan puntos de referencia: Historia de las pasiones francesas.
En el marco de la indagación del saber por lalangue, que es como ´el depósito, el aluvión, la petrificación que se produce en el manejo de un grupo con sus experiencia inconsciente’, el sujeto se ocupa también de este tipo de apertura cultural de caminos de la pasión, ya sean cristianos o no.
Compulsión a la confesión, Conversión, Compasión.
La compasión es, junto con el contagio, otra dimensión social de la pasión. Ella entra en contradicción con la postura necesaria del analista, que Freud justifica de esta manera:
“No sé cómo encarecer lo suficiente a mis colegas[4] de que en el tratamiento psicoanalítico tomen por modelo al cirujano que deja de lado todos sus afectos y aun su compasión humana, y concentra sus fuerzas espirituales en una meta única: realizar la operación lo más acorde posible a las reglas del arte. Para el psicoanalista, en las circunstancias hoy reinantes, hay una tendencia afectiva peligrosísima: la ambición de obtener, con su nuevo y tan atacado instrumento, un logro convincente para los demás. Así no solo se sitúa él mismo en una disposición de ánimo desvaforable para el trabajo, sino que se expone indefenso a ciertas resistencias del paciente, juego de fuerzas del cual la curación depende en primer lugar.”(Freud, OC XII, p.114)
Aquí en Toledo, el lugar de la investigación de la herejía -que puede escribirse también RSI jugando con la homofonía francesa (hérésie) - se permite preguntar:  Qué distingue la pasión del inquisidor del deseo del analista, de Freud el conquistador y algunos otros?

(traducido del alemán por Alejandra Barron)


[1] NT. El equivalente jurídico a este término en castellano es emoción violenta.
[2] NT. En alemán „Bindungen und Entbindungen“. En la traducción se pierde parte del significado de la palabra “Entbindung“ también: parto, alumbramiento.
[3] NT. El autor realiza un juego de palabras con los términos „lösen“=desatar, soltar y „erlösen“=redimir.
[4] NT. La traducción de Etchegoyen dice „No sé cómo encarecería bastante”.
NT. Las referencias bibliográficas de las Obras Completas de Freud corresponden en algunos casos a la edición en castellano de Amorrortu Editores, así como a la edición alemana en otros. Las citas de Lacan son de la edición en castellano de los Escritos a cargo de la Editorial Siglo XXI.

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