Tics o gestos involuntarios y su relación con el concepto de inconsciente

Por Gerardo Lino Valdés Abreu

En esta plática quiero abordar sobre ciertos gestos repetitivos que se convierten en hábitos irrefrenables. En observaciones que he hecho y donde he interrogado a médicos y especialistas sobre el asunto parecen coincidir. No obstante parece que la cuestión del tema venía por el camino y en el periódico Granma salió la entrevista a un destacado Dr, del Servicio de Neuropediatria y al parecer todas las respuestas oscilaban casi parecidas a los médicos anteriores.


En pesaremos planteando que estos gestos, convertidos en hábitos incontrolados, son clasificados por los especialistas según la parte del cuerpo en que se localizan, por ejemplo:

1- Tics faciales (de parpados en sus diversas versiones, guiños parpadeos).

2- Tics del tronco y miembros (elevación de hombros, brazos).

3- Tics cabeza y cuello (negación, afirmación, rotación).

4- Tics respiratorios (aspiraciones y bostezos).

5- Tics fonatorios (ruidos guturales, carraspeos, etc).

Según los especialistas definen los tics como movimientos y sonidos INVOLUNTARIOS, repetitivos, sin un propósito determinado, soliendo ser inoportunos y aunque algunas personas pueden controlarlos por cortos tiempo, se vuelven irresistibles sintiendo alivios solamente al realizarlos.

Como planteaba el Dr, entrevistado por la prensa, no es una enfermedad pudiéndose presentar de manera aislada (como tics primarios) o pueden asociarse a otras manifestaciones clínicas, formando entonces parte de un síndrome o enfermedad.

Según plantean que la forma más acertadas para denominarlos es tics primarios (los que no se logran determinar una causa precisa), donde lo más que pueden plantear es que se debe a una falla o alteración en el sistema de neurotransmisión cerebral. También se plantea que hay una estrecha relación entre los tics y el estrés ACLARANDO que el estrés no es la causa de estos movimientos, más bien constituyen un factor que lo incrementan y lo exacerba.

En encuentros con médicos y leyendo lo divulgado en la entrevista, ellos coinciden que la edad de su comienzo (tics) es ante los 18 años de edad, con un pico de incidencia entre 5 y 10 años, aunque algunos han planteado variación en la edad.

En sus planteamientos corroboran que los tics tienen la características de ser polimorfos (de varias formas) y proteomorfos (cambian de formas), significando que la persona puede tener más de un tipo de movimientos, cambiando de locación y variar su intensidad.



En las preguntas que se le hizo al Dr, se encontraba la de ¿en qué momento y a qué médico consultar? A lo que respondió “que tan pronto los familiares se percaten de la presencia de movimientos involuntarios en el adolescente que pueda padecer tics, acudan al médico o pediatra para su primera evaluación y los casos de mayor magnitud deben ser evaluados por varios especialistas entre los que se destacan los Neuropediatras y Pisquiatras. Plantean que en los casos menos graves o transitorios puede ser suficiente con una buena información a la familia y al niño. Recalcarles a familias, maestros y compañeros de escuela que este es un trastorno benigno, muchas veces transitorio y que el niño no lo hace porque quiere, por lo que no deben regañarlo ni burlarse, hay que comprenderlo y apoyarlo y para los casos más severos se pueden utilizar diversos fármacos.

Se le preguntó en la entrevista ¿qué resultados alcanzaban? A lo que respondió:

Plantea que hay un grupo de pacientes que evolucionan bien (con la desaparición total del tics en pocos meses); otros en lo que solo se logra una reducción de los movimientos sin que desaparezcan totalmente, y un tercer grupo que no logra tener una reducción de los tics a pesar del uso de diferentes modalidades de tratamientos.

Se le hizo otra pregunta… sobre los deseos y voluntad de la persona para erradicar el problema. A lo que el Dr, contestó:

“La eliminación de los tics no dependen de la voluntad de las personas, a pesar que hay pacientes que pueden lograr suprimirlos por poco tiempo, pero en su gran mayoría son incapaces de controlarlos a voluntad”.

Es importante resaltar en todo esto varios puntos dichos por los propios especialistas:

1- Son movimientos y sonidos involuntarios (por lo tanto no es controlado por la persona).

2- No tienen una clasificación en una causa específica (relegando todo a fallas de carácter de neurotransmisión cerebral).

3- Que acudan al médico o pediatra para su primera evolución y los casos de mayor magnitud por especialistas entre los que se destacan los neuropediatras y psiquiatras.

4- Dependiendo de la etapa emplean el proceso educativo-informativo a la familia, maestros, al niño y compañeritos de escuelas, hasta la utilización de diversos fármacos.

5- Donde ellos mismos dan su resultados que es totalmente dividido (entre los que se logran erradicar, los que se les reducen y los que no logran ningún éxito).





Y es a lo que me pregunto: No será que a pesar de los especialistas, médicos y fármacos falta ese concepto de INCONSCIENTE, el tratamiento psicoanalítico , ese inconsciente que me determina, que me hace sentirme enfermo o mal sin saber por qué y que está generando mi consciencia constantemente. Por otro lado en el comentario expuesto no hay signo de un estudio para averiguar las causas (ano ser lo que plantean de las fallas de carácter de neurotransmisión cerebral).

Empezaré remitiéndome a un trabajo de Freud, titulado “La escisión del yo en el proceso de defensa” (1938), donde plantea:

“El yo de un niño de un niño que se encuentra ante el influjo de una exigencia instintiva, y a la que está acostumbrado a satisfacer, si se asusta repentinamente por una experiencia que le muestre que la continuación de esta satisfacción traerá consigo un peligro real, se encontrará en un conflicto entre la exigencia del instinto y la prohibición por parte de la realidad: esto que es constitucional del sujeto, en la histeria es disociación”.

Partiendo de aquí el tratamiento e investigación por parte del psicoanálisis sería válido. Partiremos por lo tanto de que el Síntoma (tics) surge de lo reprimido, siendo como un representante de esto cerca del yo, pero lo que pasa es que lo reprimido le es extraño al yo, algo interior que le es extranjero y partiendo del síntoma el análisis nos conducirá al INCONSCIENTE, a la vida instintiva, a la sexualidad. Por lo tanto podemos hablar del retorno de un recuerdo, retorno de un estado psíquico que el paciente ya ha viven ciado alguna vez. Estos actos psíquicos van a ingresar en el estado segundo de consciencia, produciendo desde aquí sus efectos permanentes (en este caso del tics) y sus recuerdos retornan de muy variadas maneras.

Por lo que podemos decir que cualquier impresión que el sistema nervioso tenga dificultad en resolver por medio del pensamiento asociativo o la reacción motriz, se convierte en un trauma psíquico. Pues son impresiones que han quedado privadas de una descarga adecuada, pudiendo ser por miedo o conflictos psíquicos, por pudor, circunstancias sociales o porque sufrieron esas impresiones en estados los cuales eran anímicamente incapaces de enfrentarse a ellas. Y muestras de esto nos podemos remitir a textos de Freud sobre disociación de la consciencia “Segundo estado de consciencia”, entre los que se destacan de 1895: “Los historiales clínicos”, del caso de Emmy, donde los muchos síntomas que padecía tenía dos que le llamaron la atención a Freud (el tartamudeo al hablar y el hecho que interrumpe su relato con un sonido singular con un chasquido). En este caso quedó evidenciado que toda forma o sugestión de carácter instructivo fallaban por completo. Por lo tanto la clínica psicoanalista entiendo que es indispensable ante casos de síntomas involuntarios e inconscientes que convierten al órgano físico en su terreno de manifestación. Y la función de la transferencia nos conducirá a la repetición, al encuentro evitado, la posibilidad fallida, a la idea de fracaso del error, que está en el centro de la repetición, donde lo que no puede ser recordado, se repite.

Freud llamó transferencia al fenómeno constituido por el hecho de no existir traducción directa posible para un cierto deseo reprimido por el sujeto.

Por lo que éste deseo por el sujeto (motivo que lo hace tener tics involuntariamente) está vedado a su modo de discurso, no puede hacerse reconocer, porque entre los elementos de la represión hay algo que participa de lo inefable, las relaciones que ningún discurso puede expresar, solo entre líneas. Lo rechazado en lo simbólico reaparece en lo real. En el tratamiento por el psicoanálisis se construye una verdad, la verdad habla. Lo que de la situación no puede decirse, a parece en el decir como falta (en la cual podemos construir la situación del síntoma que lo aqueja) y esa es la verdad, la que se manifiesta en la estructura del sujeto. Pues en el síntoma hay una verdad que el sujeto censura, la historia del propio sujeto aunque el sujeto no lo sepa.





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