El camino de la vejez y la demencia senil.

Por Gerardo Lino Valdés Abreu.


Sin duda una razón fundamental para este auge de la demencia senil es el previsible aumento que se avecina en el futuro debido al creciente envejecimiento de la población. La vejez, por si misma no puede verse como una enfermedad, sin embargo en idéntico sentido que la adolescencia o el climaterio, reúne características específicas universalmente aceptadas.


El envejecimiento viene dado por un proceso lento, progresivo e irreversible en el que, didácticamente hablando en ocasiones se está demasiado viejo para algunas cosas y no suficientemente viejo para las otras.

La medicina entiende como tal un debilitamiento adquirido de las funciones intelectuales superiores de tal magnitud que dificulta significativamente tanto los rendimientos de la persona afecta como su convivencia. Síndrome de larga duración, multietilogico, que afecta significativamente la conducta diaria, laboral y social. Debilitamiento profundo, global y progresivo que altera las funciones intelectuales basales desintegrando las conductas sociales. Espontáneamente esta etapa tiende hacia la agravación progresiva y la decadencia psíquica terminal. Hablando de asistolia del cerebro, una especie de muerte de la vida psíquica.

El ser humano, a partir del momento mismo de su nacimiento, muere un poco cada día, y por inevitable recambio metabólico, luego de alcanzar su plenitud biológico, comienza inexorablemente su deterioro.

Hay que decir que la demencia ha sido caracterizada a lo largo de la historia de múltiples maneras. El primero en utilizar el término DEMENCIA fue Celsus en el siglo l, un siglo después fue Areatus de Capadocia quien utilizó el término de demencia senil. Estos autorores utilizan este término como pérdida de la razón, ya sea esto debido a la propia vejez, y en ocasiones anteriores atribuida a los demonios o a forma particular de perversión moral. Esta aceptación de pérdida de la razón persiste hasta el siglo XVlll, aunque sigue utilizándose todavía en nuestros días dentro de la medicina legal. En el siglo XVlll, diversos autores señalan ciertos tipos de demencias como forma especiales de locura. Y la demencia senil debutaría como pérdida de la memoria y evolucionaría lentamente asociándose a enlentecimiento general y dificultades de atención. En esta etapa se utiliza arbitrariamente el término de demencia como una forma especial de pérdida de la razón o locura, en el que la causa señalada sigue siendo la vejez. Por lo que la demencia termina siendo en esta época una vía final común de la locura.

Ya en la primera mitad del siglo XlX se empieza a producir los cambios de forma vertiginosa que van a afectar de una forma determinada las concepciones sobre la locura. Pues la enfermedad mental deja de ser enfermedad del alma para convertirse en enfermedad del cerebro, pasando la demencia a ser la vía final común de ese deterioro cerebral, en especial las enfermedades de las arterias cerebrales, por lo que la importancia del origen vascular de la demencia es hoy todavía etiqueta base. Basta recordar la tendencia de los médicos generales a justificar el deterioro intelectual de sus pacientes por la patología vascular cerebral. Donde se va delimitando la demencia como un cuadro clínico que lleva implícita una evolución crónica e irreversible. La demencia senil se entiende como un envejecimiento prematuro, en ocasiones de causas hereditarias, caracterizada como una lesión difusa de la corteza cerebral.

Desde 1958 un Comité de expertos de la Organización Mundial de la Salud (en salud-mental), fue convocado con el propósito de estudiar los problemas propios del envejecimiento, donde evidenció la necesidad de incrementar los estudios sobre la cura prevención, tratamiento y epidemiología de las enfermedades mentales en la población que arribaba a la sexta década.

Las corrientes actuales enfocan la demencia como el resultado implacable de una alteración cerebral, ya sea vascular o degenerativa. Esta evaluación lleva a un cierto números de pérdidas como son: pérdida de memoria, modificaciones de la capacidad psíquica, trastorno de la personalidad que pierde su carácter original, alteraciones de la integración del sujeto dentro del marco social con modificaciones de su estatus y pérdidas de sus capacidades de adulto que tenía hasta entonces. Donde la pérdida de autonomía es el resultado más frecuente, lo que lleva al sujeto directamente al asilo y/o institución que le aguardará hasta su muerte, velando sobre todo por sus funciones neurovegetativas y vitales, donde el psiquismo parece haber abandonado totalmente a la persona.

En el caso de Cuba (mi país), para enfrentar el fenómeno del envejecimiento, ha comenzado a buscar estrategias, alternativas y plan de acciones, a través de un Programa para el Adulto Mayor con el objetivo de mejorar su calidad de vida. Contando con técnicas y herramientas para llegar a un diagnostico y a partir de ahí comenzar un tratamiento con un seguimiento desde el punto de vista médico, contándose con el apoyo de un hospital base para un tratamiento más especializado si las circunstancias lo sugiere. En su haber también introducen la recreación destacándose los encuentros intergeneracionales con otros grupos atareos, trabajos manuales, etc entre otros, con la finalidad de mantenerlos en sus condiciones aun plenas.

Según avanzo dentro del comentario me voy percatando que al parecer todas las concepciones médicas parecen compartir un mismo prejuicio en la base, que es considerar al envejecimiento normal como un periodo que trae consigo irremediablemente y necesaria, un declive generalizado de la intensidad, rapidez y eficiencia del funcionamiento físico e intelectual y si este supera la media propia de la edad hasta el punto de hacer difícil o imposible el curso de las actividades normales, la situación se considera como patología recibiendo el nombre de demencia.



Aquí surge una pregunta que muchos se hacen...¿Es real la llamada demencia senil, también no será el abandono al que se condena a la persona en muchos lugares de esa edad tanto por la medicina, familia y el estado, abandono bajo la idea de que nada puede hacerse y el coste que representa?

Pero ciertos hechos nos llama la atención como son: …ciertas modificaciones de la personalidad pueden tener un significado frente a la adaptación del sujeto a la nueva etapa de su vida; la aparición de delirios parece colmar una “falta” y da a lo mejor al individuo la posibilidad de seguir viviendo aun con el hándicap que le acosa. Y esto no sería entonces de una tentativa de reorganización psíquica. ¿la mirada adaptativa a su derredor no estaría presente en este tipo de reacción?... Y he aquí que me gustaría referirme a un artículo de Freud (1905) titulado “Psicoterapia por el espíritu”, donde menciona una serie de enfermedades… todas con carácter psíquico, que pueden curarse con el tratamiento por el espíritu. En este libro, bello realmente, él llega a formular la muerte como producida por el deseo, llegándose a plantear si la muerte no tiene que ver con dejar de desear.

En una experiencia personal que tuve, con una mujer enferma de cáncer, la cual tuvo que ser dada de baja laboralmente, se me dio la oportunidad de participar con el médico que la atendía en sus encuentros con ella; al comenzar nuestro contacto de conversación, determiné que asociara libremente, lo cual me fui dando cuenta al poco tiempo que empezó a cambiar el rumbo de su actitud a la vida, asumiendo el deseo por vivir, al cual al poco tiempo fue dada de alta regresando a su casa, por supuesto con el tratamiento.

Al iniciarse el tratamiento (psicoanalítico) con la paciente, ella cambió su actitud en relación con la enfermedad, en una palabra deja de ser su aliado y comienza a ser otra la importancia de dicha enfermedad.

Después de esa experiencia en ese caso como en otros caso también, llego a la conclusión que a esta etapa de la vida (vejez), el deseo sigue aconteciendo pero en su forma más encubierta.

Cuando el paciente cae bajo la ciencia médica, se convierte en un sujeto de la medicina, por tanto las alteraciones que presenten estarán justificadas. En cambio el psicoanálisis en su existencia como ESCUCHA le somete a ser un sujeto del inconsciente, produciendo un nuevo sujeto, donde el paciente no tiene necesidad de esa patología. Hay una transformación en todas sus relaciones porque surge una nueva posición de este sujeto en el mundo. La misma transferencia, eje de la cura, en tanto metáfora, como desplazamiento, una palabra por otra, un objeto por otro. La indestructibilidad de ese deseo inconsciente se mantiene en la memoria sostenida por una cadena que insiste en la transferencia y que es la de un deseo muerto, discurso del Otro de donde el sujeto recibe su propio mensaje, bajo una forma invertida.



Y vemos también que a esta edad de la vida, el discurso del Otro (otro de la lengua, que desde siempre estuvo allí), es el proceso en virtud del cual los deseos inconscientes se siguen actualizando sobre ciertos objetos dentro de un determinado tipo de relación establecida con ellos. Por lo que podemos ver que sigue tratándose de una repetición de prototipos infantiles vividos con un marcado sentimiento de actualidad.

El psicoanálisis no interroga a la enfermedad, sino que interroga al sujeto por su relación con el síntoma, como juega allí, en su síntoma su deseo. El cuerpo humano no solo obedece a las leyes biológicas, también es un cuerpo pulsional, significado en el intercambio humano e incluido en las leyes humanas y esto debe ser tenido en cuenta a la hora de leer los procesos de enfermarse. Ya que lo que tendría que ser resuelto psíquicamente, se resuelve en lo traumático (en la omnipotencia del cuerpo) como formas de rechazar las diferencias sexuales, donde la muerte acontece por necesidad.

Se trata pues de darle al paciente su palabra y restituirle su historia de deseos, es decir, integrar su enfermedad en su estructura psíquica.










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