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¿Cómo pensar hoy, la psicoterapia psicoanalítica?
Marcelo Edwards

En ocasión de la apertura del “Diploma de clínica psicoanalítica” en la Universidad de Paris VIII, el 5 de enero de 1977, Lacan declaraba que uno no puede llamarse “lacaniano” y “psicoterapeuta”: “La psicoterapia conduce a lo peor (…) Es cierto, no vale la pena terapizar (sic) lo psíquico. Freud también pensaba eso. Pensaba que no había que tener prisa en curar. No se trata de sugerir, ni de convencer”.
“Apertura de la sección clínica, Ornicar? Boletín periódico del campo freudiano, 1977, 9, p. 13.
El psicoanálisis es una praxis discursiva que se ocupa del sujeto de lo inconsciente en sus diferentes variedades. Es una práctica de desciframiento de las letras que articulan  los síntomas y las formaciones de lo inconsciente,en su relación con la verdad del deseo y las diferentes formas de goce.
Hoy en día nos encontramos en una encrucijada generada por la progresiva instauración  en Europa de legislaciones que apuntan a regular la práctica de las psicoterapias, y a incluir al psicoanálisis entre ellas. Esto produce un debate en el interior del campo psicoanalítico, que genera posiciones divergentes y conflictos que reproducen los que han jalonado la historia del psicoanálisis desde el inicio, tal como MoustaphaSafouan ha señalado en su obra más reciente.
Se trata de un debate que implica consideraciones políticas,éticas, y lógicas, y por lo tanto, requiere respuestas en esastresdimensiones.
I) Sostener la legitimidad del “psicoanálisis profano”, tal como Freud y Lacan hicieron en su momento, es una cuestión estratégica para el psicoanálisis.

1)Desde el punto de vista político, la cuestión central para el psicoanálisis es la formación de los analistas, que pasaprimordialmente por el psicoanálisis didáctico. Tal como Lacan indicó no hay formación del analista, sino formaciones de lo inconsciente -el analista es una de ellas para elanalizante- , y no hay transmisión del psicoanálisis, puesto que cada analista ha de “reinventarlo”.
Esto no implica que las enseñanzas(1) y el control no sean necesarios porque hay un saber teórico y técnico que los analistas requieren para su praxis, aunque deban ponerlo entre paréntesis en el momento del acto, para poder escucharla singularidad del discurso de los analizantes. Un saber psicoanalítico, pero también los propios de otras disciplinas como la psiquiatría, la antropología, la lingüística, la lógica, la topología, la filosofía, las neurociencias, etc. Para la asimilación de esos saberes debería ser suficiente con los aprendizajes que hacen posible las diferentes sociedades psicoanalíticas, que además de formar tienen un objetivo científico, es decir, el de promover la investigación. Eso sí, cabe preguntarse si ellas están hoy en día a la altura de dicha tarea… y no sólo por los efectos de grupo.
(1)Así como el agente de la cura es el analizante, quien aprende es aquel que enseña, lo que implica la participación activa -tanto en el control como en los carteles y jornadas- de los analistas en formación. Freud elaboró su teoría sobre el complejo de Edipo a partir de su propio análisis, y Lacan sostenía que en su seminario estaba en la posición de analizante. Es a partir del acto que puede haber un progreso en el saber…sobre todo si se llegan a reconocer retroactivamente los errores.
No se trata de reinventar todo el psicoanálisis. Lo que es importante es la apropiación subjetiva -no identificatoria- de ese saber por parte de cada analista, porque sólo eso puede promover su “espíritu científico” y engendrar así, nuevos interrogantes y aportes, en función de su relación dialéctica con la experiencia.
2)Desde el punto de vista ético-es decir, del goce- nos encontramos con que las formaciones universitarias previas constituyen, en muchas ocasiones, un obstáculo narcisista en relación al deseo del analista.
El enigma del deseo del analista es necesario tanto para el despliegue de la transferencia como para el proceso y el final del análisis que implica la destitución del sujeto supuesto saber y el des-ser del sujeto.Es decir, la castración del Otro, y del propio sujeto, queresulta entonces confrontado a su deseo.El fin ético de cualquier psicoanálisis esmuy diferente del de cualquier psicoterapia que tenga por objetivo el restañar las heridas del yo del sujeto para “adaptarlo” a la “realidad”.
3)Desde el punto de vista lógico, resulta contradictorio pensar al psicoanálisis como una profesión sanitaria despuésdel descubrimiento freudiano de la reacción terapéutica negativa que se activa en proporción inversa al deseo -neurótico- de curar de los psicoanalistas. El mismo Freud señaló que los efectos terapéuticos se producen “por añadidura”.
Planteada la cuestión en estos términos, no se ve en qué el saber médico o psicológico previo, o el de una formación específica en psicoterapia, podría aportar algo de un orden esencial para la formación de los analistas, cuya praxis se desarrolla en el ámbito privado.
Dicho esto, conviene precisar algunas cuestiones.
II - El psicoanálisis es una cura
Lacan llamó psicoanálisis “puro” al didáctico. Dado que ni es puro ni didáctico, propongo llamarlo “stricto senso”. A todas las otras prácticas de los psicoanalistas,las incluyó en ese conjunto que denominópsicoanálisis “aplicado”. En el Acta de Fundación de la Escuela freudiana de París de 1971, propuso la creación de una Sección de Psicoanálisis Aplicado…”lo que quiere decir de terapéutica y de clínica médica”.(2)
Escogió ese atributo de "aplicado" -transformando el uso previo que Freud le había dado- para evitar el empleodel de “psicoterapia psicoanalítica”.Para él la psicoterapia era lo "peor", tal vez, al menos, por tres razones.
1)Por orientar la cura hacia la supresión del síntoma -que es estructuralpara el sujeto-, intentando retornar alstatu quo ante en cuanto a la salud.Por el contrario, Lacan subrayó que en el análisis se trata de hacer posible el nacimiento de “un nuevo sujeto”. Nos recordó que la interpretación del síntoma no hace otra cosa que reproducirlo y por
(2) Acte de Fondation, Jacques Lacan, 28-02-1971, Autresécrits, Éditions du Seuil, Paris
ende que es necesario dirigir la cura hacia el atravesamiento del fantasma y el “saber hacer con el síntoma”.
2)Por la psicologización de las intervenciones, que apuntan al yo y sus resistencias y no al deseo inconsciente y a las modalidades de goce del sujeto.
3) Finalmente, y más importante, porque en última instancia las psicoterapias no resuelven la sugestión transferencial, dejando al sujeto sin dialectizar la neurosis de transferencia: en ellas no hay caída del sujeto supuesto saber.
Ahora bien, el psicoanálisis, ya sea “stricto senso” o “aplicado” produce efectos terapéuticos: tiene una eficacia demostrable respecto de las inhibiciones, los síntomas y la angustia. La diferencia estriba exclusivamente en el final:del futuro analista se espera que haya podido elaborar su deseo neurótico de “ser” analista para que éste no obstaculice lo enigmático de su deseo de analista en la conducción de las curas.
En todo caso, Lacan desechó la noción de psicoterapia pero dio todo su lugar a la aplicación terapéutica del psicoanálisis.
III – La práctica en las instituciones
Es importante recordar que la praxis de los psicoanalistas en las instituciones sanitarias, educativas o judiciales, no se lleva a cabo en tanto que psicoanalistas, sino en función de su titulación previa: médicos, psicólogos, o bien en tanto psicoterapeutas psicoanalíticos. Tanto por razones legales, como porque la praxis del psicoanálisis“aplicado” en ellas es imposible.Ni el analista ni el analizante pueden tener ningún tercero (personas o reglas institucionales) que condicione su lazo discursivo (incluído en ello el tema del pago, aunque no sea lo más importante).
A pesar de ello existen razones para mantener la presencia de los analistas enesas instituciones.
1)Aunque en esta situación su discurso esté condicionado, éste tiene, en ocasiones, una incidencia sobre los otros profesionales que no es despreciable, y efectos terapéuticos importantes, sobre todo para pacientes que no conocen o no tienen acceso a un psicoanálisis privado. Dicho esto, es necesario distinguir los efectos terapéuticos producidos por intervenciones acertadas y aquellos debidos al poder de la sugestión.
2) Para la formación de los futuros psicoanalistas es necesario haber pasado un tiempo en instituciones asistenciales, porque la clínica que allí se conoce, no llega con frecuencia a nuestras consultas y un psicoanalista tiene que saber cómo tratar a esos pacientes.
3) No parece conveniente dejar el campo libre a los biologistas y cognitivistas. Ni para los pacientes, ni para el psicoanálisis.
IV – Las formaciones en psicoterapia
Más allá de nuestros esfuerzos, las formaciones en psicoterapia (sean psicoanalíticas o no) se están imponiendo y se impondránpor vía legal,como requisito complementario de las formaciones universitarias en medicina y psicología para el ejercicio en las instituciones, en tanto se las considera necesarias para una práctica sanitaria. Los psicólogos quieren que su praxis sea reconocida como tal, y en el caso de los médicos es algo que va de suyo.
Creo que son y serán inevitablemente necesarias para mantener lo que sostengo en el punto anterior. Es una opción personal de cada psicoanalista el obtener o nodicha titulación,para ejercer esa praxis.
Dicho esto, es fundamental que los psicoanalistas no se confundan -y no confundan a los demás (pacientes o profesionales)-.Es necesario que distingamos con claridad lo que está haciendo en cada caso. No es lo mismo una psicoterapia psicoanalíticaque un psicoanálisis, sea este “aplicado” o “stricto senso”.
Cuando el lazo analítico está condicionado por cualquier tercera instancia, estamos en el terreno de las "entrevistas preliminares", que en ocasiones pueden durar mucho tiempo. Esto puede permitir que el sujeto efectúe la inversión dialéctica de sus desconocimientos, una depuración del síntoma e incluso el levantamiento de ciertas defensas con mejorías sintomáticas, pero la entrada en análisis demanda un compromiso que requiere otras condiciones.En este sentido, podemos pensar a las psicoterapias psicoanalíticas en institución como un “trabajo preliminar” que eventualmente puede generar una demanda de análisis, que en todo caso ha de ser acogida en otro ámbito.
Por todo ello estimo que lo mejor que podemos hacer, essostener la diferencia entre elpsicoanálisis -que no es una práctica sanitaria- yla psicoterapia, pero eso no implica estar en contra de las formaciones de psicoterapeutas psicoanalíticos.
V – Los psicoanalistas “laicos” o “profanos”
Queda pendiente el problema de cómo evitar que las legislaciones perjudiquen a analistas que hace años ejercen su praxis psicoanalítica sin tener las titulaciones requeridas,tal como en Italia donde se ha llegado al nivel de la persecución jurídica y policial de algunos de nuestros colegas.
En este sentido me parece interesante la iniciativa que los colegas italianos están tomando al respecto. Tengo entendido que algunos han creado una asociación que se rige por los mismos principios legales que regulan a las asociaciones de coaching, y que al parecer se basan en una legislación europea. No hay formaciones universitarias de coaching, que son privadas. No veo porqué los psicoanalistas europeos no podrían acogerse a esta legislación para poder ejercer su praxis, que como hemos dicho, no es sanitaria.

17-02-2014

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